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Experiencia olímpica
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La experiencia de haber participado en la XXXI Olimpiada Internacional de Química me dejó distintas enseñanzas. Desde el punto de vista académico me permitió un contacto único con la realidad científica y educativa de México en primera instancia y después, del mundo. También y, sobre todo, me permitió comprobar el alto nivel académico de mi país. Personalmente, ha sido un gran aprendizaje y ha significado un crecimiento emocional increíble: competir primero a nivel nacional y, después, internacional; conocer distintas culturas y aproximaciones al conocimiento; vivir el reto que significa enfrentarse tanto con uno mismo como con los demás y, en mi caso particular, haber quedado a una décima de recibir una medalla. Me siento muy orgulloso de haber pertenecido a la delegación mexicana por la calidad de la enseñanza que se nos brindó, el compromiso y vocación con la que los maestros dirigentes de la Olimpiada ofrecieron su conocimiento, tiempo y apoyo, así como por el nivel de preparación y la seriedad de quienes la organizaron. Todo lo anterior significó una gran experiencia que quisiera compartir y, al mismo tiempo, aprovechar para proponer, por ejemplo, mayor difusión y apoyo a eventos como éste en todos los medios de información y en las distintas instancias educativas tanto públicas como privadas, así como soporte y seguimiento a las futuras carreras de los participantes. Aunque la Academia Mexicana de Ciencias, junto con los organizadores, lleva a cabo una labor monumental para este fin, creo que se requiere de mayor respaldo externo.
Daniel Klein Marcuschamer
Integrante de la Delegación Mexicana
XXXI Olimpiada Internacional
de Química,
Bangkok, Tailandia,
2 al 12 de julio de 1999