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A una nariz…
Kevin O. Navarrete

¿Cómo ves?
A lo largo de mi formación académica he leído en muchas ocasiones el nombre Charles Darwin y cómo su teoría de la selección natural ayudó a entender la evolución de los organismos, además de unificar los enfoques para estudiar los fenómenos biológicos. Para llegar a sus conclusiones Darwin viajó por una parte del planeta durante casi cinco años a bordo del famoso barco Beagle. A partir de sus observaciones formuló importantes hipótesis para explicar el origen de las especies.
Su teoría es producto de una investigación basada en observaciones, hipótesis y experimentación. Pero a veces los individuos nos dejamos llevar por lo bello o simple de una idea. Un claro ejemplo es el caso de la frenología, una seudociencia de los tiempos de Darwin que trataba de explicar rasgos de la personalidad en relación a la forma del cráneo y las facciones. De hecho, un gran entusiasta de la frenología fue Robert Fitzroy, capitán del Beagle, quien comentó que estaba dudando en contratar a Darwin para la expedición pues su nariz reflejaba que no tenía suficiente energía y determinación para el viaje. O sea que estuvimos a una nariz de quedarnos sin la famosa teoría sobre el origen de las especies.
Kevin O. Navarrete
Estudiante de biología Facultad de Ciencias, unam