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De mercurio y literatura
Libia E. Barajas Mariscal
¿Cómo ves?
Actualmente el periodismo científico está vinculado con las novedades científicas y con el hecho de que la ciencia está presente en los medios masivos de comunicación, pero no siempre fue así. Durante el siglo XVIII en México, los primeros esfuerzos consistentes en el campo del periodismo científico fueron de José Antonio Alzate y José Ignacio Bartolache. A ellos los alentaba un propósito que iba más allá de informar: estaban convencidos de que el progreso radicaba en la educación y de que ésta debía estar vinculada con la ciencia. Sabiendo que la formación científica que consideraban imprescindible no llegaba a muchos grupos sociales, se empeñaron en publicar en periódicos textos sobre este tema, que hoy dan cuenta de su gran idealismo y de su profundo conocimiento de la ciencia de la época.
En sus textos, publicados en el El Mercurio Volante y la Gaceta de Literatura, se hace evidente que pretendían trascender la sociedad de castas y lograr que cualquier lector accediera al conocimiento. Escribían en español en un momento en que el latín se consideraba aún la lengua de la ciencia, y se dirigían a sus lectores con sencillez y sin arrogancia. No sólo dieron a conocer el quehacer científico de otras latitudes, también consideraron lo que se hacía en México.
Fueron muchos los recursos literarios de los que se valieron estos dos pioneros del periodismo científico en México. Lo que lograron, por ejemplo, en medicina podrá verse en la investigación “Discursos para educar al vulgo sobre salud en México a fines del siglo XVIII”, que pronto saldrá a la luz.
Libia E. Barajas Mariscal
Estudiante del Doctorado en Pedagogía, UNAM