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Mi salvavidas
Gabriela Rodríguez Gómez Tagle

Ilustración: Carla García
Desde que egresé de la licenciatura de biología noté mi pasión por compartir mis conocimientos con un público ajeno a la ciencia. Comencé dando cursos sobre microbiología a jóvenes de bachillerato postulados para participar en la Olimpiada Nacional de Biología. Mis alumnos eran brillantes; sin embargo, veía que no disfrutaban mi curso. Aunque me percaté que se aburrían en clase, decidí continuar pensando que faltaba “soltarme más” y “agarrar callo”. El exceso de trabajo me impedía explorar el problema, así que me olvidé del asunto.
La docencia pasó a ser un trabajo que me provocaba estrés, enojo y sobre todo frustración. A pesar de eso seguí, pensando que era una cuestión de nervios e inseguridad hasta que toqué fondo y decidí abrir mi sentir. Me percaté de que la información que pretendía transmitir era la misma que yo recibí: sin gran motivación. Fue en ese momento cuando recordé que la ciencia siempre es catalogada como rígida, acartonada y difícil de entender, pero como bióloga sé que no es así.
En los días que buscaba inspiración, platicaba con mi mamá acerca de la situación de un familiar y me recordó cómo ella, con su efusividad, narraba los sucesos. Eso era justo lo que necesitaba: hacer el relato más jugoso. A partir de ese momento, vino a mi mente algo que es muy cierto: una situación siempre está relacionada con un sentimiento, algo que nos afecta o tiene que ver con nuestra forma de vida. Apliqué la técnica y fue un éxito, sin saber que esta herramienta ya existía y se llama storytelling (narrar o contar una historia). Actualmente, me dedico a impartir charlas y cursos sobre el quehacer científico, donde lo esencial es divertirse y acercar a diferentes públicos a apropiarse de la ciencia.
Gabriela Rodríguez Gómez Tagle
Egresada de la Licenciatura de Biología
Universidad Autónoma del Estado de México