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Nanotecnología en el cabello
Noemí Luna García
¿Cómo ves?
“Hay mucho espacio allá abajo”. Con estas palabras se dirigió el físico Richard Feynman en 1959 a su auditorio en la Universidad Tecnológica de California, Estados Unidos. El espacio al que se refería Feynman era el de las fronteras de la física, el mundo que existe a escala molecular, atómica y subatómica. Años más tarde, Gerd Binning y Heinrich Rohrer, premios Nobel de física 1986, diseñaron el microscopio de efecto túnel de barrido, herramienta con la que por primera vez fue posible observar materiales a escala nanométrica, es decir, la mil millonésima parte de un metro. Con ese microscopio fue posible observar un cabello amplificado cien, mil y un millón de veces. La exposición El cabello se decodifica, en el Museo Tecnológico de Electricidad, en la Ciudad de México, muestra cómo la nanotecnología hace posible que, a través de una cámara de video, en tres minutos apreciemos y lleguemos al límite de la estructura molecular del cabello, que se nos presenta amplificada un millón de veces. Así descubrimos la estructura de un cabello más allá de la punta: su cuerpo, corteza, color, forma, flexibilidad, fuerza y sus propiedades internas y superficiales hasta llegar a la raíz. La nanotecnología tiene aplicaciones en física, biología e incluso en nuestro propio cuerpo, llegando siempre hasta la parte más diminuta en donde otro nuevo mundo —el nanomundo— es posible.
Noemí Luna García
Pasante de la carrera de ciencias de la comunicación
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM