Ojos de amor
Maia F. Miret
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Todo cabe en un jarrito sabiéndolo acomodar y todo puede ser un molde si lo miras con ojos de amor. Un molde: eso que le da forma a otra cosa. El más sencillo es una huella en la arena que, por un momento, es el molde de un pie hecho de agua de mar. Y es que es un buen material, la arena: dúctil, barata y noble y reusable casi al infinito. ¿Has visto las prensas para tortilla que venden en los mercados? Están hechas con moldes de arena. ¿Has visto las turbinas para hidroeléctricas? También. Sólo que esos moldes, más sofisticados, se imprimen en 3D con una arena finísima. Del tortillero a la turbina: no está mal para algo que no es más que roquitas diminutas y restos de animales marinos apenas mantenidos juntos por un poco de agua o aceite para que conserven su forma durante un rato.
La divulgación es un poco así, ¿no? Su materia prima es como la arena: un trocito de cultura popular, fragmentos de novelas y cuentos, datos duros, metáforas y sinécdoques, ejemplos y explicaciones, con la voz del autor que funciona como el aceite que amalgama aquello por el tiempo que dura la escritura. Así se construye esa especie de molde para las ideas que es cada artículo de divulgación; el lector adopta por un momento su forma, cuando se entrega a lo que lee, y sale tal vez algo transformado, tal vez no.
Y entonces la divulgación, como la arena, se desapelmaza un poco con las manos y sus millones de fragmentos están listos para usarse de nuevo en otro lugar. La prensa para las tortillas, por su parte, se queda con nosotros y muchas veces nos sirve, un molde en sí mismo, para hacer cosas sabrosas y útiles.
–M.F.M.