21 de noviembre de 2024 21 / 11 / 2024

El camino del pez

Milagros Varguez

Imagen de El camino del pez

Fotos cortesía Keisdo Shimabukuro

El camino del pez

Mientras más aprendemos a ver, más huellas encontramos: sabemos cómo era el clima antiguo leyendo el hielo de los polos, qué animales vivieron en el pasado desenterrando sus fósiles o hasta sus pisadas y cómo estaba compuesto el Universo estudiando la luz que nos llega de galaxias lejanas. También hay huellas humanas: microplásticos en lo profundo de los océanos y en nuestros cuerpos, átomos radioactivos de nuestras explosiones atómicas dispersos por el planeta y una capa de basura destinada a convertirse en un auténtico estrato geológico.

Pero hoy vengo a hablarte de una huella diferente: la que dejan los peces. Espera, ¿peces que dejan huella? ¡Sí! O si no pregúntale a Keisdo.

Keisdo Shimabukuro es nikkei (hijo de inmigrante japonés y madre mexicana), judoca, mercadólogo, documentalista y defensor de los derechos humanos. Además tiene fascinación por los peces, y durante el último año se ha dedicado a entrelazar la ciencia y el arte en nombre de la conservación.

Su técnica es el gyotaku, un método de impresión natural que consiste en entintar un pescado (aunque puede hacerse con otro tipo de animales) y transferir su forma exacta al papel o la tela. La inventaron pescadores japoneses en el siglo xix, antes de que se popularizara la fotografía, para llevar un registro de sus capturas en los mercados.

Keisdo, cuéntanos sobre el gyotaku

El gyotaku es una herramienta que me permite transmitir conocimiento: mi interés principal es informar a la gente sobre la diversidad de peces que tenemos en México y hablar sobre los distintos fenómenos que amenazan su existencia. Pero además es una manifestación artística bellísima que funciona como un imán. En mi experiencia, la gente primero se siente atraída por las obras, aunque al principio no entiende si son pinturas o fotografías; luego empieza a leer las fichas que agregamos a cada trabajo y entonces se da la oportunidad de que esa información, que puede ser muy técnica, se convierta en conocimiento al agregar contexto, relevancia, significación.

El camino del pez

Antes estabas enfocado en la defensa de los derechos de los migrantes. Ahora tu consigna sigue siendo la defensa, pero de la biodiversidad de los peces mexicanos.

Sí, antes de esto trabajaba en temas de migración y derechos humanos; digamos que a mí me tocaba abordar cosas sobre trata de personas, agravio a periodistas y defensores de derechos humanos y migración. Era una especie de oficial de campo, pero al mismo tiempo trabajaba en el área de promoción y difusión, y parte de mis obligaciones y responsabilidades era encontrar herramientas que nos ayudaran a traducir todo lo que yo estaba atestiguando y viviendo en campo para transformarlas en campañas de promoción y difusión de derechos humanos. En ese sentido creo que el gyotaku es muy similar: una herramienta para mandar esos mensajes a sectores a los que generalmente no llegamos. Mi historia con el gyotaku fue que yo ya estaba bastante “quemado” de trabajar en esta área tan dura y de atestiguar tanta crueldad, y empecé a buscar un espacio que me permitiera volver a ser yo mismo. Ahí reconocí en los peces una fuente de tranquilidad. Podía pasar horas contemplando una pecera y sintiendo una paz que no encontraba en ningún otro lugar.

Los peces te devolvieron la paz, y al mismo tiempo volvieron a sacarte al mundo.

Sí, he aprendido muchísimo de peces, pero también de las historias de las personas. Creo que también a través de mis experiencias previas entendí que es imposible abordar un tema solo.

Los temas no están separados: todo se conecta. Entonces, por ejemplo, si en migración querías hablar de niñez necesariamente tenías que hablar de violencia y de pobreza extrema y de muchas otras cosas. En el caso de la biodiversidad, en este momento no puedes hablar de peces sin hablar de contaminación, de calentamiento global, de sobrepesca, etcétera; todo lo que está sucediendo en este momento con la ictiofauna en nuestro país y en general en todo el planeta tiene que ver con la actividad del ser humano, así que no hay tal cosa como estudiar “sólo peces”. Me parece que si no integramos a las personas desde el inicio de este proceso para sensibilizar, divulgar e incluso —por qué no— producir placer en los espectadores es imposible rescatar nada, ya sean peces o personas.

El camino del pez

¿Qué ha sido para ti lo más complicado de esta aventura?

Difícil es, y siempre ha sido, iniciar un camino para el que no te preparaste toda la vida. Cuando me reúno con otros artistas y me dicen “Oye, tu trabajo está increíble, ¿cuánto tiempo llevas haciéndolo?” y se dan cuenta de que apenas tengo poco más de un año se sorprenden muchísimo. He tenido una muy buena recepción de un sector bastante amplio, pero también de repente siento un poquito de resistencia porque no tuve esa formación artística desde hace 20 años. Ese sentido de pertenencia es algo que me ha pasado toda la vida. Aunque soy mexicano sigo pareciendo japonés, entonces en México difícilmente pasa una semana que no me recuerde alguien que parezco extranjero y, si estoy en Japón, tampoco es que sea japonés, allá soy latino, mexicano, peruano, cualquier otra cosa. Sentirme como entre dos mundos es algo que me ha seguido toda la vida. Ahora es un poco lo mismo, es algo que ya me ha tocado vivir tantas veces que entiendo que es solamente parte de un proceso y no me bajoneo ni me hace perder las ganas de hacerlo, al contrario. Creo que poco a poco las experiencias y el trabajo son lo que irá hablando.

Haz tu propio gyotaku

Necesitarás pintura acrílica o tinta china, agua, pinceles de cerdas suaves, papel o tela y mucho espacio. Y, claro, un pescado, que puedes conseguir en el mercado, el supermercado o donde sea que vendan pescado fresco.

  1. Si el pescado está un poco congelado deja que se descongele a temperatura ambiente hasta que esté suave y no haya nada de hielo. Si está mojado trata de secarlo lo más que puedas con toallas de papel (si le sacaron las vísceras rellénalo con más toallas de papel para que no escurra y conserve su forma)
  2. Ponlo sobre una superficie que se pueda ensuciar, como un tapete de hule, y colócalo en la posición que más te guste. Puedes usar alfileres para acomodarle las aletas o la boca si quieres que tenga un aspecto más natural.
  3. Toma un poco de pintura con un pincel y pinta la superficie del pescado. Puedes diluirla con agua hasta que tenga la consistencia adecuada; trata de que no esté muy líquida. El gyotaku tradicional se hace con tinta de sepia y es de un solo color, pero puedes experimentar con los que quieras.
  4. Una vez que toda la superficie esté cubierta toma el papel o la tela, sitúala sobre el pescado y presiona cuidadosamente para que cubra toda la superficie. Si el pescado es muy voluminoso tendrás que empujar el lienzo para que siga todo el contorno.
  5. Despréndelo cuidadosamente y analiza el resultado. ¿La tinta está repartida uniformemente? ¿Pueden verse todos los detalles? Haz experimentos para ver qué pasa con más o menos tinta, más o menos presión y distintos acomodos del lienzo (puedes tratar de hacer varias impresiones del mismo pez en un solo soporte para que parezca un cardumen, o usar varios distintos).
  6. Mándanos tus resultados a comoves@dgdc.unam.mx para que los compartamos en nuestras redes.

El camino del pez

¿Y cómo es tu relación con los científicos a los que te has aproximado? Por ejemplo, trabajas muy de cerca con la Colección Nacional de Peces de la unam.

¡Me siento súper arropado! Creo que la combinación ha sido perfecta. Por una parte, ellos enriquecen mi trabajo con sus observaciones, y yo aporto en temas relacionados con la divulgación científica. Siempre me recomiendan artículos y publicaciones, pero yo también hago mi chamba: leo mucho, consulto muchas fuentes y llego con ellos con dudas o preguntas muy específicas. Creo que les gusta la curiosidad y el rigor, y para mí una cosa lleva a la otra.

¿Y qué es lo que más te ha gustado?

Constantemente estoy aprendiendo cosas nuevas sobre los peces, sobre todo cosas muy técnicas o muy ñoñas, pero también echo a andar mi creatividad o la imaginación para ver cómo transmitir esos conocimientos en un lienzo de manera más asimilable, más sencilla y más rápida. Esa parte creativa me encanta, y me encanta el contacto con la gente. Me encanta trabajar con pescadores, me encanta saber las cosas que les preocupan, cómo veían los abuelos el tema de la pesca cuando ellos eran jóvenes y los testimonios de los hijos y de los nietos en la actualidad; comparar esas cosas me parece interesantísimo.

¿Cómo ha sido tu relación con los pescadores?

Al principio un poco distante. Siento que la gente se pregunta “¿Este loco qué hace aquí?” “¿Será mexicano o extranjero?” Pero en mi chamba pasada me armé de muchas herramientas para romper el hielo de manera bastante fluida. Generalmente a mí no me gusta llegar y abordar a la gente con un montón de preguntas, sino que más bien me voy acercando. Procuro que la primera pregunta me la hagan ellos, y ahí comenzamos a entablar una comunicación. Me gusta mostrar el trabajo que hago, conocerlos. Para mí, más que entablar únicamente comunicación se trata de ir tejiendo una serie de redes de colaboración basadas en la confianza. Siempre me ha parecido muy importante que las pláticas que sostengo se den bajo los términos de los otros. El gyotaku es una herramienta perfecta, porque en el momento en el que conecto con ellos y salimos a pescar, ahí ya me van contando cosas relacionadas con todo el conocimiento empírico que tienen, por ejemplo “Esta especie antes no estaba aquí, desde que llegó desapareció esta otra”, “Estas especies no se encuentran en las piedras, solamente en el fango; salen en la noche y las pescamos cuando hay luna llena”. Al principio es ese tipo de detalles y luego cosas mucho más íntimas y complejas cuando regresamos de pescar y empezamos a hacer los gyotaku.

El camino del pez

¿Qué significa el sello rojo que acompaña toda tu obra?

El hanko normalmente es una firma familiar. En este caso yo firmo con el nombre del proyecto, que es Gyotaku Do. En japonés gyo significa “pez” y taku, “frotar”: es frotar o plasmar el pez. Yo le agregué do, que significa “camino”. Para mí el camino es la vida y la huella del pez tiene que ver con todas las historias que estoy documentando alrededor de cada una de las impresiones.

Encuentra a Keisdo en @gyotaku_do en Instagram y Facebook.

En corto

Adoro el katsudon, los tacos al pastor y las enchiladas verdes. Amo el agua de toronja y soy adicto al pan de dulce con un cafecito por las mañanas.

Crecí en una casa donde mi madre me ponía a escuchar con ella grupos como los Rolling Stones, AC/DC o los Beatles, pero tres segundos después ya me tenía bailando una de Juan Gabriel. Desde entonces, digamos que mis gustos musicales son… diversos.

Amo los ríos, lagos, lagunas y manglares... incluso más que la playa.

Muero por vivir una temporada con alguna comunidad de pescadores en el Amazonas, conocer y aprender de ellos y tener la posibilidad de documentar sus capturas a través del gyotaku.

Mis grandes amores son Ana y Lu. Experimento y me involucro intensamente en cualquier cosa que me interesa.

Me apasionan los animales, particularmente los peces. Amo el judo. Disfruto el contacto con las personas y sus historias. Me encanta aprender cosas nuevas.

En ocasiones me da miedo lo rápido que pasa el tiempo.

Milagros Varguez

Milagros Varguez es doctora en Estudios Humanísticos, con especialidad en Ciencia y Cultura. Desde hace más de 10 años se dedica a la divulgación de la ciencia. Ha sido merecedora de la beca del programa de Ciencia y Arte We Are Stardust de la Universidad de California, y dirigió los planetarios de Cozumel y Cancún. Actualmente es directora de Medios de la dgdc, unam.

Logotipo Facebook
Logotipo Twitter
Logotipo YouTube
Logotipo Instagram
Logotipo Spotify
Logotipo tiktok

Síguenos en nuestras redes sociales

Imagen de Ciencia a domicilio
Imagen de Suscripción a la revista
Imagen de Universum
Imagen de Ciencia UNAM