Ojo de mosca 252
El problema con las drogas
Martín Bonfil
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El problema con las drogas es que nos hacen sentir muy bien. Demasiado. Por eso, una vez que las probamos, es tan difícil dejarlas.
Esto se debe a que activan los centros de placer de nuestro cerebro: sus moléculas encajan en los receptores de las células nerviosas encargadas de producir sensaciones placenteras, y las sobreestimulan. Así, las drogas son capaces de alterar nuestra percepción y nuestro comportamiento.
Pero no basta producir placer y tener efectos “psicoactivos” para que una sustancia sea considerada droga. Debe también generar un comportamiento adictivo: que la persona sea incapaz de dejar de consumirla compulsivamente, aun cuando le ocasione consecuencias negativas (a su salud, vida social, trabajo, familia, economía, e incluso si le trae problemas con la ley).
Asimismo, para ser considerada droga, su uso debe presentar características de dependencia: el consumo se vuelve mucho más importante para la persona que otros comportamientos que antes valoraba (deportes, lectura, pasatiempos). Además, se va adquiriendo tolerancia a la droga, es decir, para lograr el mismo efecto hay que consumir una cantidad cada vez mayor. Por último, debido a la dependencia, si se abandona el consumo se presentan síntomas físicos o psicológicos que pueden llegar a ser graves: el síndrome de abstinencia.
¿Qué es, entonces, una droga? ¿Por qué prohibimos legalmente el consumo de marihuana, cocaína, opio, heroína, éxtasis, crack, LSD, anfetaminas y demás, mientras permitimos el consumo legal de otras sustancias que alteran el comportamiento, como el café (la sustancia psicoactiva más usada en el mundo), el alcohol y el tabaco, estas dos últimas capaces de causar adicción?
En realidad, lo que hay que reconocer —y más en estos tiempos en que se está discutiendo, a nivel global y nacional, la despenalización del consumo de algunas drogas, en especial la marihuana— es que el considerar a una sustancia como una droga peligrosa e ilegal —debido al daño personal y social que causa—, o bien como un estimulante legal, es en gran medida una convención social.
Pero también hay que recordar que hay de drogas a drogas: algunas son mucho más dañinas y adictivas —más peligrosas— que otras. Muchas de las drogas ilegales tienen efectos gravísimos sobre la salud física y mental de sus usuarios. Por eso su consumo, sea legal o ilegal, sobre todo si es excesivo y se convierte en adicción, puede causar gravísimos daños al individuo y la sociedad.
Al final, se trata de una cuestión de grados y de responsabilidad: habrá que discutir como sociedad, y decidir como individuos, qué drogas queremos legalizar y por qué, y en qué medida estamos dispuestos a consumirlas sin riesgo.