Ojo de mosca 280
Salir del nido
Martín Bonfil
La supervivencia de la humanidad no es algo que esté asegurado.
Ya los escritores de la “era dorada” de la ciencia ficción habían abordado el problema: la posibilidad de una guerra nuclear, una pandemia o algún fenómeno natural extremo que pusiera en peligro la preservación misma del género humano.
Isaac Asimov, Robert Heinlein, Arthur C. Clarke o Ray Bradbury, entre muchos otros autores, escribieron magníficos relatos donde un futuro en el que el ser humano saliera de los límites de la Tierra y colonizara otros astros se daba por sentado. No como posibilidad, sino como verdadera necesidad.
Y aunque pecaron de optimistas —situaban sus colonias espaciales en las primeras décadas del siglo XXI—, su argumento básico no solo sigue vigente, sino que se ha fortalecido. Si bien la amenaza nuclear no es ya tan ominosa como durante la Guerra Fría, entre Estados Unidos y la Unión Soviética, en el mundo sigue existiendo suficiente armamento atómico como para acabar con la humanidad; si no directamente, sí debido al “invierno nuclear” que produciría su detonación.
Y no solo eso: hoy, además de la posibilidad de una pandemia inesperada que pudiera aniquilarnos, sabemos que el uso imprudente de los combustibles fósiles, y la falta de decisión de gobiernos e industrias por remediarlo, han provocado un cambio climático que es ya una crisis global.
Pero aun siendo optimistas, sabemos que nuestro planeta natal no durará por siempre. Aunque lográramos no autodestruirnos y mantener el equilibrio ambiental, algún día (en unos 5 000 millones de años, cierto... pero algún día) nuestro Sol agotará su combustible y se transformará en una estrella gigante roja, que crecerá hasta consumir por completo la Tierra.
Así que, tarde o temprano, la emigración y la colonización de otros mundos será la opción obligada para que nuestra especie sobreviva en términos cósmicos. ¿Qué mejor momento que este para comenzar a explorar opciones?
Es por eso que la NASA, las Agencias Espaciales Rusa y Europea, la de China y muchas otras tienen, desde hace décadas, programas dedicados a la exploración y los viajes espaciales. Los más exitosos han sido, sin duda, los encabezados por la NASA: el Proyecto Apolo, que llevó seres humanos a la Luna y de regreso, y el actual programa de exploración robótica de Marte. Y no olvidemos los numerosos satélites que han explorado diversos planetas, satélites y asteroides del Sistema Solar.
Hoy vivimos una nueva “era espacial”, esta vez con la participación de empresas privadas de alta tecnología. SpaceX, de Elon Musk, de Tesla; Blue Origin, de Jeff Bezos, dueño de Amazon, y Virgin Galactic, de Richard Branson, del Grupo Virgin, entre otras, tienen ya proyectos con diversos grados de avance que prometen no solo la posibilidad de realizar viajes espaciales, sino que buscan, en última instancia, colaborar para que la humanidad pueda comenzar a colonizar otros mundos y emigrar.
La tecnología, hija favorita de la ciencia, algún día nos permitirá sobrevivir, convirtiéndonos en viajeros interplanetarios.