23 de noviembre de 2024 23 / 11 / 2024

Ojo de mosca 308

Los riesgos del clima espacial

Martín Bonfil Olivera

Musca domestica. Clase: Insecta. Subclase: Pterygota. Filo: Endopterygota. Orden: Diptera

Los humanos nos hemos hecho cada día más conscientes de lo vulnerables que somos ante los fenómenos climáticos. Sobre todo porque se han vuelto más frecuentes y violentos debido al cambio climático.

Pero en mayo de este año el mundo recordó que también existe el clima espacial.

El clima terrestre comprende los fenómenos que ocurren en la atmósfera; el clima espacial, lo que sucede en la heliosfera del Sol, que abarca todo el sistema solar y más allá. La heliosfera está formada por partículas con carga eléctrica —como protones y electrones— que son expulsadas por el Sol (el llamado “viento solar”) y viajan hasta perderse en el medio interestelar.

Y así como las tormentas terrestres de viento y agua, hay tormentas solares formadas por esas partículas cargadas. Son producto de las enormes llamaradas, mucho más grandes que nuestro planeta, que ocasionalmente ocurren en la superficie del Sol.

Por fortuna, el campo magnético de la Tierra nos mantiene relativamente protegidos tanto del viento solar como de las tormentas solares. Gracias a él, las partículas son desviadas a los polos y al interactuar con los átomos de la atmósfera liberan energía en forma de luz, que produce las bellas auroras boreales (y las australes, en el hemisferio sur).

Lo ocurrido en mayo pasado fue una tormenta solar de tal magnitud que produjo auroras visibles no sólo en las latitudes cercanas a los polos, sino también en zonas mucho más cercanas al ecuador, como Estados Unidos y el norte de México.

Pero el clima espacial también presenta riesgos: en septiembre de 1859 un astrónomo inglés aficionado de nombre Richard Carrington observó, por primera vez, una llamarada solar. Por cierto, de enorme tamaño. Cuando las partículas que emitió llegaron a la Tierra produjeron una fortísima tormenta geomagnética que generó auroras que, según testigos, permitían leer el periódico en plena noche.

La energía liberada por el choque de las partículas con el campo magnético terrestre produjo también corrientes eléctricas que afectaron gravemente las líneas de telégrafo y produjeron descargas eléctricas.

¿Qué pasaría si algo similar a este “evento Carrington” ocurriera hoy en día? Afectaría toda la tecnología electrónica de la que dependemos para nuestras actividades diarias: satélites, computadoras, internet y hasta la iluminación de nuestras ciudades. Un colapso global del que podríamos tardar meses o hasta años en recuperarnos. Ante la tormenta solar de mayo pasado, los expertos advirtieron que podríamos sufrir fallas graves en las telecomunicaciones. Por suerte, nada ocurrió. Pero hay que estar preparados, con medidas como, por ejemplo, desconectar todos los sistemas y redes eléctricas antes de que sufran daño. Porque desafortunadamente es seguro que, tarde o temprano, tendremos que enfrentar un evento de nivel Carrington.

Igual que el clima terrestre, el clima espacial es impredecible a largo plazo. Pero gracias a la ciencia y la tecnología podemos estar preparados para minimizar el daño que causen las sorpresas que pueda darnos.

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