Ojo de mosca 313
El balance final de la ciencia
Martín Bonfil Olivera
Mosca sin identificar. Clase: Insecta. Subclase: Pterygota. Filo: Endopterygota. Orden: Diptera
¿Cómo sería el mundo sin ciencia ni tecnología? Imaginarlo es extremadamente difícil, porque las ideas científicas se hallan presentes en toda nuestra visión del mundo, y los productos tecnológicos nos rodean en todo momento y dependemos de ellos como nunca antes.
Los beneficios que la ciencia y la tecnología, su socia inseparable, han proporcionado a la humanidad son demasiados para enlistarlos. Incluso si tomamos en cuenta sólo los avances que se dieron a partir de la Revolución Industrial, a finales del siglo xviii y principios del xix, la utilidad de los productos tecnológicos para la humanidad es imposible de cuantificar.
Hoy vacunas, antibióticos, computadoras, internet y teléfonos inteligentes, inteligencia artificial, telecomunicaciones por satélite y fibra óptica, autos eléctricos, tecnología genética y otros avances espectaculares están permitiendo que el promedio de la humanidad tenga una vida más larga, más sana y con más calidad que nunca antes. El balance parece muy positivo.
Y sin embargo, y aunque se puede argumentar que el conocimiento científico es siempre útil porque nos ayuda a entender el universo, también es cierto que puede aplicarse, en forma de tecnología, para causar daño.
A veces deliberadamente, como cuando se diseñan armas cada vez más elaboradas y perfectas para matar. Aunque su uso pueda estar justificado en un contexto de guerra o de defensa contra el crimen, decir que la ciencia y la técnica aplicadas en su construcción han sido “benéficas” para la humanidad suena bastante forzado.
Mucho más difícil es justificar el daño imprevisto que a veces causan las aplicaciones del conocimiento científico. Ejemplos abundan: fármacos que ocasionan efectos secundarios inesperados; insecticidas que dañan a toda la cadena alimenticia, incluyendo humanos; gases para refrigeración que dañan la capa superior de ozono.
Ante todo lo anterior, la pregunta —que podría parecer ingenua a primera vista— de si en el balance histórico general la ciencia y la tecnología han resultado más benéficas o más dañinas para la humanidad adquiere nuevo significado.
Porque, aunque sin duda hasta el momento el balance ha sido decisivamente positivo, hoy la humanidad enfrenta el mayor reto de su historia, producto nada menos que de la Revolución Industrial y la quema desenfrenada de hidrocarburos que desató y que hoy continúa. Algo que nadie podía haber previsto en el siglo xix, pero que desde hace décadas sabemos que está alterando el equilibrio de la atmósfera al liberar gases de efecto invernadero que ocasionan el calentamiento global y el tremendo cambio climático cuyas consecuencias apenas comenzamos a enfrentar.
Hoy el balance final del impacto de la ciencia y la tecnología en la historia humana depende de que logremos detener este daño. Si es así, sobreviviremos y el resultado será positivo. De lo contrario, corremos el peligro de desaparecer, como especie, del planeta.
Sería irónico que la ciencia y la técnica, que tanto nos dieron, terminaran siendo nuestra condena.
