Ojo de mosca 4
Bichos
Martín Bonfil Olivera
Quienes trabajan con microbios usan la palabra “bichos” en un sentido distinto al que se emplea normalmente, pues no se refieren a esos complejos organismos con seis patas, alas, esqueleto externo tipo caparazón y ojos con muchas facetas, como la mosca de esta columna. Sus “bichos” son mucho más simples: son organismos formados por una sola célula, en vez de miles o millones. Los biólogos (quizá para darse importancia), los llaman procariontes, o “monera”, pero la mayoría de los mortales los conocemos como bacterias.
Las células de las bacterias son más simples que las células eucariontes (o sea, todas las demás). A pesar de ello, han logrado colonizar prácticamente todos los ambientes que existen en nuestro planeta, desde el frío del ártico hasta las temperaturas de ebullición de los géiseres, y desde los lagos de aguas saladas hasta el interior de nuestros intestinos.
Pero no sólo eso: las bacterias son indispensables para la existencia de los “organismos superiores”: sin ellas los humanos no podríamos asimilar varios nutrientes esenciales, las termitas no podrían digerir la madera que comen, las plantas no encontrarían en el suelo los compuestos con nitrógeno que necesitan para fabricar sus (y nuestros) alimentos, y los cadáveres de todos los demás seres vivos se acumularían durante años antes de descomponerse.
Y eso no es todo. Si las bacterias no hubieran existido, tampoco estaríamos aquí los demás organismos. Las mitocondrias de nuestras células (que liberan la energía de nuestros alimentos) y los cloroplastos de las plantas (que realizan la fotosíntesis y son la principal fuente de alimentos para los animales) son tataranietos de las bacterias. Las primeras mitocondrias y cloroplastos fueron absorbidos en el interior de células del tipo de las amibas, hace millones de años, y dieron así origen a las modernas células eucariontes.
Así que, además de las molestias que nos ocasionan cuando pudren nuestros alimentos o nos enferman del estómago, estos compañeros invisibles son indispensables para la vida en la Tierra.
Y un último dato. Según estudios recientes, es posible que en las entrañas de nuestro planeta haya cantidades inmensas de bacterias que viven de las reacciones químicas entre compuestos minerales, sin necesitar de la energía del Sol. Se cree que la masa de estas poblaciones de bacterias puede superar a la de todos los demás seres vivos que habitamos en la superficie de la Tierra y en los mares. Tal vez tendríamos que ser un poco más modestos, ¿no lo crees así?
Comentarios: mbonfil@unam.mx