¿Quién es? 275
Josep Anton Moreno Bedmar
Anayansin Inzunza
Foto: Arturo Orta
Tecnología de punta para estudiar fósiles mexicanos.
Josep Moreno tenía 12 años cuando llegaron a sus manos restos fósiles de caracoles marinos extintos, extraídos de Vilanova i la Geltrú, una pequeña ciudad costera en España. Su tío había encontrado en unas obras rocas muy particulares de color amarillento llenas de orificios. Ese fue su primer encuentro con la paleontología y quedó maravillado. Con un martillo y un cincel, logró partir las rocas. Así lo cuenta: “Me llamó la atención que dentro de una de las rocas ya no estaban los caracoles, solo la impresión de la concha y cuando estaba partiendo otra roca, apareció un diente de color naranja de forma puntiaguda, como un cuchillo, del lado externo era cóncavo y del otro era plano. Todo fue sorprendente”. Se trataba de un diente de tiburón de más de 12 millones de años de antigüedad.
Originario de Barcelona, España, y mexicano por naturalización, este científico de 41 años es licenciado, maestro y doctor en geología por la Universidad de Barcelona. México le otorgó una beca para una estancia posdoctoral en el Instituto de Geología de la UNAM, donde posteriormente fue contratado como investigador y actualmente es jefe del Departamento de Paleontología. También es docente, divulgador de la ciencia y ampliamente reconocido dentro de la comunidad internacional de especialistas en amonites (subclase extinta de moluscos cefalópodos) del Cretácico inferior. Esta comunidad se reúne periódicamente para compartir los avances en la paleontología de amonites y actualizar el conocimiento que tenemos sobre estos.
¿Cuál es su línea de investigación?
Mi objeto de estudio es el registro fósil y estratigráfico del Cretácico en México. El registro fósil de amonites se usa como guía para fechar las rocas sedimentarias donde se encuentran fósiles. Las rocas sedimentarias, como las que se forman con la arena de la playa, van a conservar los diferentes tipos de moluscos que contengan. Lo que hago es estudiar las capas de la roca, llamadas estratos, y ordenarlas según su edad, a través de los fósiles, en este caso, los amonites.
En el territorio mexicano hay abundantes rocas cretácicas por lo que se considera clave para entender ese periodo, durante el cual tuvieron lugar eventos climáticos similares al calentamiento global y equivalentes a lo que podría suceder en la actualidad si el cambio climático se agrava de forma crítica. Este tipo de eventos implican una gran complejidad debido a la multitud de variables que interactúan en ellos, de no ser por el control temporal resultaría sumamente complicado establecer sus relaciones de causa-efecto. El estudio de los amonites aporta este control, al ser los fósiles que permiten fechar las rocas cretácicas de forma más precisa.
Además, los estudios detallados sobre el registro fósil de los amonites en México permiten documentar la evolución paleogeográfica del país, mientras que el control temporal es empleado también en la prospección de recursos naturales, como los hidrocarburos y yacimientos minerales generados durante el Cretácico.
Los estudios detallados sobre el registro fósil de los amonites en México permiten documentar la evolución paleogeográfica del país.
¿Es la paleontología un área de oportunidad en nuestro país?
En México tengo mucho campo de acción y área de oportunidad en el nivel de las cosas que hay por descubrir. Aquí, a veces eres el primero en llegar a estudiar los fósiles de una zona. Hay mucho potencial. Somos pocos paleontólogos, teniendo en cuenta las dimensiones del país, pero la idea es que empecemos a ser referencia y para ello hay que seguir trabajando. Estamos utilizando tecnología de punta, incluso a veces más puntera que en algunos países europeos. México tiene un área de oportunidad más grande que España o Francia. Mi objetivo es que mis estudiantes avancen y formarlos con el nivel más alto posible. Trabajamos con colaboradores en Europa y allá los estudiantes realizan estancias de un mes o más para investigar con los mejores en nuestro campo.
¿Cómo ayuda la tecnología a la investigación en paleontología?
Es muy importante utilizar la tecnología, por ejemplo, sería el caso de los modelos de tres dimensiones (3D) o las tomografías computarizadas para lograr que las visualizaciones sean mucho más completas que en una fotografía. Los modelos en 3D se pueden imprimir y contribuyen mucho en la docencia y en la divulgación de la ciencia porque es como si tuvieras el fósil en la mano. La tecnología es una herramienta muy potente para motivar a los alumnos a estudiar e interesarse en la paleontología y que se vea como una ciencia moderna. Con esos modelos se pueden hacer cosas impresionantes. Actualmente, estamos trabajando en la realización de modelos 3D de fósiles de amonites.
¿Por qué es importante la paleontología?
Es una ciencia natural que estudia el pasado de la vida a través de los fósiles, podemos estudiar temas evolutivos, crisis o eventos de extinción, ver cómo se produjeron, intentar anticipar esos eventos asociados ahora con el cambio climático. Si el cambio climático sigue avanzando podemos ver qué pasaría e intentar tomar buenas decisiones en el presente.
Con la población de animales que están en proceso de extinción, los paleontólogos podemos entender el registro fósil de esos animales y establecer una estrategia para intentar salvarlos. La paleontología también sirve cuando está asociada a la estratigrafía, al usar fósiles para encontrar depósitos minerales, hidrocarburos o estudiar parte de la evolución geológica de un país.
El registro fósil es gestionado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia ya que es un tipo de patrimonio nacional.
En su carrera como investigador ha recibido importantes premios, como el Reconocimiento Universidad Nacional para Jóvenes Académicos 2020 en ciencias naturales, ¿qué han significado para usted?
Dentro de la paleontología, mi área (los amonites) no es de las más atractivas, lo que sí tiene más impacto son los dinosaurios y la evolución humana. Por eso este premio es tan importante para mí, pero también porque le da su lugar a toda la paleontología y en particular a los amonites.
¿Qué representa México para usted?
Aquí he podido dedicarme a lo que me apasiona como investigador en la UNAM. Si tuviera que describirla como una persona, diría que es “muy chida”, pues cuida a sus trabajadores. Es un privilegio formar parte de esta universidad.