¿Quién es? 284
Marina Kriscautzky Laxague
Anayansin Inzunza
Foto: Arturo Orta
La investigación educativa y el uso de las tecnologías de información y comunicación.
Después de Argentina, México es el segundo hogar de Marina Kriscautzky. Aquí se formó académicamente, hizo una familia y tiene un trabajo enfocado en la educación de calidad y el uso de herramientas tecnológicas. Un país que, como regalo adicional, le ofrece una riqueza gastronómica que empezó a disfrutar el día que probó el licuado de mamey y las quesadillas de huitlacoche.
La actual directora de Innovación y Desarrollo Tecnológico de la Dirección General de Cómputo y de Tecnologías de Información y Comunicación de la UNAM (DGTIC) es responsable de los proyectos relacionados con tecnología y educación, tema crucial para resolver diversos problemas. Antes de descubrir su pasión por la investigación educativa,
Marina quería ser directora de orquesta, bióloga y psicóloga; finalmente optó por la educación preescolar, porque la alfabetización es una etapa clave para la construcción de los cimientos cognitivos en los niños. Marina estudió pedagogía en la UNAM e hizo la maestría y el doctorado en ciencias en investigación educativa en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (CINVESTAV). Se ha enfocado en el desarrollo de materiales educativos, evaluación de habilidades digitales, formación de profesores e investigación didáctica sobre el uso educativo de las tecnologías de información y comunicación (TIC) para la educación básica, la educación especial y los niveles medio superior y superior.
¿Por qué México para prepararse académicamente?
Conocía el trabajo de la doctora Emilia Ferreiro Schiavi. Mi sueño era formarme con ella en el CINVESTAV y lo logré. Quería profundizar en cómo aprendemos a leer y a escribir como acciones cognitivas transformadoras, y la importancia de las actividades en clase.
¿Cuál es el papel de la educación?
Puede ser la diferencia para lograr un mundo mejor, si es de calidad: que el alumno no solo reciba información, sino que sepa qué hacer con ella, cómo transformarla en conocimiento. Una educación que haga pensar al individuo y el punto de inflexión es la educación preescolar, para que el niño descubra la importancia de saber leer y escribir.
La educación también te brinda el acceso a prácticas culturales que no suceden en la casa. Es el camino para seguir estudiando, formarte y descubrir de lo que eres capaz cuando acudes a una escuela, porque adquieres una nueva manera de entender el mundo. Conozco jóvenes que son los primeros de su familia en estudiar una carrera universitaria y ahora tienen una manera distinta de ver la vida. Las escuelas pueden ser el espacio para la democratización del acceso al conocimiento. La información sola no se transforma en conocimiento, se necesita la interacción con los otros para resolver un problema y esos problemas se podrían plantear en la escuela. Si no tienes acceso a la educación te quedas fuera de un gran abanico de interacciones sociales.
La educación ideal considera al estudiante como un sujeto activo que debe realizar actividades cognitivas para aprender a interpretar el mundo y resolver problemas a través de su propia concepción.
¿Cómo han influido las TIC en la educación?
Han sido fundamentales. Actualmente, la tecnología atraviesa casi todas nuestras actividades sociales, culturales, económicas y educativas; ya es parte de la manera de hacer las cosas. En la educación constituye una pieza clave en la formación universitaria de todas las profesiones.
Al usar la tecnología tenemos acceso a la información, pero eso no es suficiente. Los profesores debemos intervenir para ayudar a los estudiantes a procesar, transformar y establecer vínculos entre diversas informaciones, a plantearse preguntas y resolver problemas. En muchos casos, la tecnología transforma o aporta nuevas formas de representar los fenómenos; mucha se desarrolla a partir de las necesidades de los investigadores y después se utiliza para la educación. En la pandemia habría sido imposible continuar con las actividades educativas sin la tecnología, que nos permite hacer cosas maravillosas como las videoconferencias, impartir clases a distancia o escribir libros en colaboración con alguien al otro lado del mundo.
¿Qué recomiendas para hacer un buen uso de internet?
Lo primero es mantener una actitud crítica, cuestionar y corroborar la información. No quedarnos con una sola información, hay que contrastarla con conocimientos previos que tengamos o preguntando a los especialistas, a nuestros pares, maestros, gente en la que confiamos.
¿Qué hacemos con las fake news o noticias falsas?
Tenemos que abordar este tema desde la educación. Debería ser parte de nuestro currículum. Lo primero a tener en cuenta es que las fake news te llegan por la emoción. Por ejemplo, si estoy gordita y recibo información sobre un té para perder peso rápidamente, voy a creer que es verdad. Mi consejo es que, si te despierta una emoción, te detengas, respires profundo y analices la información. Los algoritmos están diseñados para hacerte llegar la información y publicidad según tu edad, sexo y búsquedas anteriores, ese es el marketing: ataca directamente a la emoción y te enganchas.
Estamos viviendo un exceso de información. Necesitamos contrastar fuentes oficiales, analizar la información y con criterio propio tomar decisiones, y eso se construye con la formación en una trayectoria educativa sólida. A mis estudiantes les pido que consulten las fuentes originales; hay que enseñar a leer textos complejos, a pensar, a cuestionar todo.
¿Cuál es el modelo ideal de educación?
La educación que considera al estudiante como un sujeto activo que debe realizar actividades cognitivas para aprender a interpretar el mundo, resolver problemas a través de su propia concepción, donde uno de los roles del docente es diseñar actividades que hagan pensar al estudiante y que utilice los recursos y herramientas para hacerlo. Que las usen con responsabilidad, las aprovechen y disfruten.
¿Cuál es tu sueño como especialista en educación?
Que los docentes entendamos que debemos estar bien preparados, saber mucho del tema que enseñamos y generar situaciones en las que el estudiante tenga la necesidad de descubrir, plantearse preguntas o hipótesis, resolver problemas y poner en juego soluciones. En eso, la tecnología ayuda mucho. Me encantaría que las aulas estuvieran llenas de estudiantes pensando, que no sean simples receptores de información sino actores de la situación.