30 de junio de 2024 30 / 06 / 2024

¿Quién es? 306

Miguel Alejandro Pérez Queb

Gloria Valek

Miguel Alejandro Pérez Queb

Jefe de bienestar animal y departamento de elefantes del Parque Africam Safari, México

Amanece en Africam Safari, parque en el estado mexicano de Puebla considerado el mejor de su tipo en América Latina. En sus más de 200 hectáreas alberga más de 2 000 animales salvajes de 300 especies distintas que viven en semilibertad, incluidos tigres de Bengala, leones, jirafas, rinocerontes, venados, monos y una manada de elefantes, 18 africanos y dos asiáticos. En 80 de esas hectáreas, desde un automóvil o un autobús puedes avistar algunos de estos animales en áreas parecidas a sus hábitats de origen.

El parque, fundado en 1972, aloja desde pájaros exóticos hasta aves cantoras, jirafas reticuladas, lémures de cuello negro y de cola anillada, gansos egipcios, gallinas de Guinea, avestruces, antílopes sable, llamas, borregos muflones europeos, tapires centroamericanos y un habitante singular, que recientemente adquirió notoriedad al ser rescatado y trasladado del norte de México a esta reserva: la jirafa Benito.

¿Cómo es un día con los elefantes?

Fascinante y rutinario. Todos los días, a las 7 de la mañana mi equipo —conformado por entrenadores, estudiantes y voluntarios— y yo nos reunimos para planear el día. Analizamos problemas y soluciones, preparamos las dietas diarias y afinamos las rutinas de entrenamiento. Una vez organizada la logística conducimos a los elefantes fuera del dormitorio y hacia el espacio de exhibición, donde pasan el resto de la jornada comiendo, jugando con estructuras y pelotas de yute, ejercitándose y bañándose. Es importante que realicen sus rutinas diarias con la menor intervención humana; sólo interactuamos con ellos al alimentarlos y entrenarlos.

El trabajo con elefantes nunca para. Parte del programa de entrenamiento consiste en el condicionamiento operante, una forma de enseñanza en la que se les incita a repetir conductas deseables a cambio de premios. Este condicionamiento es útil cuando necesitamos manipular su trompa para revisarlos o aplicarles tratamientos médicos. ¿Los premios? Manzanas, agua o una caricia.

¿Cómo obtienen la comida para alimentar a los elefantes?

Recogemos la comida en el Departamento de Nutrición, que se encarga de todos los animales del parque: preparamos sus dietas y organizamos el trabajo diario; los alimentamos, entrenamos y dirigimos al exhibidor, donde los visitantes pueden observarlos desde una colina.

Estudiaste medicina veterinaria y zootecnia en la Universidad Autónoma de Yucatán.

Sí, aunque nací en Campeche estudié la carrera en Yucatán. Todo empezó en mi casa, pues además de perros teníamos una pequeña granja con borregos, gallinas y pavos, con los que convivíamos siempre mi hermano y mis primos. Cuando me regalaron una perrita y aprendí a cuidarla entendí lo que significaba tener una mascota, pero para dedicarme a esto también fueron importantes las innumerables visitas que hice al zoológico de Mérida, ¡aunque mi mamá y mis tías se quejaban del mal olor! Mis animales favoritos eran los tigres de Bengala, por su particular color naranja y su elegancia. Creo que desde entonces se definió mi amor por lo que hago.

¿Cómo te la pasaste en la carrera?

Vengo de una familia de maestros y de médicos de humanos… Hubo pocas ovejas negras como yo [sonríe]. La carrera es muy bonita; realmente disfrutaba materias como bienestar animal, porque desde la secundaria los protagonistas de mi plan de vida eran los animales. En la preparatoria cursé la carrera técnica de acuacultura y, aunque no me dediqué a estudiar peces, lo que aprendí me sirvió mucho.

Te dedicas al comportamiento (etología) y entrenamiento de animales silvestres. ¿Cómo pasaste de los perros y animales de granja a los elefantes?

Sí [sonríe], ahora trabajo con los mayores mamíferos terrestres… Llegan a pesar hasta ocho toneladas y a medir tres metros de alto y siete de largo. En Mérida, durante el tercer año de la carrera empecé a hacer voluntariados, a trabajar con perros y gatos en una clínica y, apenas se abrió una vacante de servicio social, solicité mi ingreso al Zoológico del Bicentenario Animaya. Allí comencé en las áreas de saneamiento y enriquecimiento ambiental en aves y animales en cuarentena, y empezó a llamarme la atención el entrenamiento. Trabajé con aves y tomé un curso de etología en Tabasco; a partir de entonces decidí dedicarme a los animales de zoológico.

Y hoy eres jefe del Departamento de elefantes en Africam Safari…

Después de graduarme hice un diplomado en bienestar animal, enfocado en fauna silvestre, en el Instituto Veterinario y de Ecología de Puebla. Y ahora coordino un equipo de 15 médicos veterinarios guiados por el amor al trabajo, pues nos encanta ver a la manada bien; observar sus respuestas a los distintos estímulos al alimentarlos, entrenarlos o cuidarlos, y sobre todo comunicarnos entre nosotros cuando identificamos comportamientos distintos.

Los elefantes necesitan un ambiente estimulante y desafiante para prevenir problemas de conducta como el letargo, las estereotipias (conductas repetitivas sin razones aparentes) o la agresión a sus congéneres

¿En qué consiste el entrenamiento?

Nuestro entrenamiento está más relacionado con revisiones físicas y pruebas diagnósticas (aplicarles gotas, recolectar muestras sanguíneas, limpiarlos, etcétera) que con exhibirlos. Tratamos de no interferir con los elefantes: los dejamos jugar e interactuar entre ellos, desde el más pequeño, de sólo algunos meses, hasta el más viejo, de unos 21 años de edad. Todos los días resolvemos nuevos problemas y nos concentramos en programas de enriquecimiento ambiental, en perfeccionar los entrenamientos, en limpiar y acondicionar los espacios... Es muy importante que los visitantes no se acerquen demasiado y que puedan observar, siempre desde los automóviles, a los elefantes bañándose, jugando, tirándose arena, enlodándose, comiendo y desplazándose de un lugar a otro, casi como en vida silvestre.

Para los elefantes en cautiverio, ¿cómo sustituyen el ejercicio y las largas caminatas de los elefantes silvestres?

Los zoológicos suelen tener protocolos para que los animales se muevan; los animamos a hacer ejercicio físico y mental al dirigirlos de una estación a otra para que caminen y les presentamos problemas para que los resuelvan. Tenemos elefantes de todas las edades, desde pequeños y adolescentes, que corren, juegan y se persiguen, hasta adultos que se mueven lentamente.

¿En qué consiste la dieta de un elefante? ¿Les dan vitaminas?

Son herbívoros, por lo que comen plantas, hierbas, arbustos, frutas (les encantan el plátano y la sandía), raíces y semillas. Se alimentan también de forraje, que consiste en avena, ramas, frutas y verduras como pepinos, zanahorias y melones, los cuales les aportan fibra, y los suplementamos con vitaminas y minerales. En cautiverio se corre el peligro de sobrealimentarlos, así que es importante una dieta adecuada y mucho ejercicio, porque los elefantes también pueden padecer sobrepeso y obesidad.

¿Los elefantes son animales sociales?

Sí, las hembras centran su vida en el cuidado de las crías; por eso en cautiverio debemos proporcionarles la oportunidad de reproducirse y criar a sus pequeños. Los machos son muy diferentes: en libertad son expulsados del grupo familiar o lo abandonan a medida que se acercan a la madurez sexual, y pasan hasta 95 % de sus vidas solos. A veces se agrupan con otros machos, con los que compiten por las hembras. Por ello los machos adultos necesitan desafíos competitivos.

Los elefantes son los animales terrestres con el cerebro más grande y con una de las estructuras sociales más complejas. ¿Qué pasa con su bienestar mental?

Necesitan un ambiente estimulante y desafiante para prevenir problemas de conducta como el letargo, las estereotipias (conductas repetitivas sin razones aparentes) o la agresión a sus congéneres. En libertad toman decisiones constantemente y necesitan opciones, como la de elegir a sus compañeros o pensar qué hacer a cada momento. En cautiverio debemos reproducir esas condiciones con agua para bañarse, refrescarse y jugar; lodo y arena para cuidar la piel; sombra para protegerse del sol y de los insectos, y juguetes, estructuras y superficies para rascarse. Para mantenerlos contentos y mentalmente sanos hace falta cuidar su nutrición, su entorno, su hábitat. Todo tiene que estar bien…

En corto

Consejo a un joven que empieza.
Que se anime a hacer voluntariados y prácticas, pues ayudan a enamorarse de áreas quizá desconocidas.

País a visitar.
Australia, porque su fauna es muy interesante y variada.

Zoológico ejemplar.
Varios en Estados Unidos, como los de San Diego y Denver; también el de Fuerteventura en las islas Canarias, España, por sus estupendos programas de entrenamiento animal.

Amores.
A la vida y a la naturaleza, que aprendí a amar desde que era scout. A mis papás y hermano; soy soltero y sin responsabilidades humanas [sonríe].

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