2 de julio de 2024 2 / 07 / 2024

¿Quién es? 308

Julio Juárez Gámiz

Gloria Valek

Retrato: Arturo Orta

Coincidí con Julio en un comité académico. Me cautivó su compromiso y lo mucho que disfruta su profesión, pero sobre todo la perspectiva con la que ejerce. Psicólogo por la unam y doctor en comunicación política por la Universidad de Sheffield, Inglaterra, hoy es investigador y secretario académico del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (ceiich-unam).

¿Cómo elegiste carrera?

Como muchos no estaba seguro de qué carrera elegir, y mucho menos tenía claro el futuro. Mi primera opción en la unam era ingeniería civil y la segunda —en la que finalmente quedé— psicología; en mi familia no había ni unos ni otros. Mi mamá es pedagoga y desde hacía años era maestra Montessori. Que en casa hubiera cierta relación con la psicología me motivó a seguir en un área afín. Aunque al principio de la carrera no estaba convencido, con el tiempo la psicología me sorprendió para bien y me fui comprometiendo con ella. Me concentré en psicología social, descubrí el psicoanálisis, me fue atrapando la neuropsicología, el aspecto filosófico, el conocimiento, el lenguaje… y todo eso terminó superando mis expectativas. Empecé como alumno renegado y terminé convencido.

Y después de la licenciatura…

Cuando terminé la licenciatura unos amigos me invitaron a trabajar en el área de comunicación social en la delegación Tlalpan (hoy alcaldía) y conocí al delegado y a otros políticos, actualmente protagonistas de contiendas electorales… Ahí descubrí la importancia de la prensa, el periodismo y el liderazgo, y a llevar a la práctica los conocimientos psicológicos que aprendí en la licenciatura. También trabajé en otros lugares que me fueron acercando más al servicio público y a temas de gobierno, y me llevaron a especializarme en comunicación política desde mi bagaje psicológico.

E hiciste un posgrado…

Sí, aunque disfrutaba el trabajo siempre tuve la inquietud de hacer un posgrado fuera de México. Mi entonces novia y yo solicitamos becas al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt, ahora Conahcyt), y quince días después de casarnos nos fuimos a estudiar la maestría a Inglaterra, a la Universidad de Sheffield, donde también cursamos el doctorado, cada uno con su propia beca: ella en psicología organizacional y yo en comunicación política. Éramos dos psicólogos neuróticos viviendo juntos con las presiones propias de nuestros doctorados [sonríe]. ¡En septiembre cumplimos 24 años de casados!

¿Qué hace tu esposa?

Ella es consultora de talento organizacional en la iniciativa privada. Es muy exitosa y le va muy bien. Somos afortunados, porque aunque las áreas en que trabajamos parecen dispares se complementan. Tenemos un hijo, que nació en México tres años después de que regresamos.

¿Qué obtuviste de la experiencia inglesa?

En la parte académica, a tener una aproximación menos numérica de la ciencia (que caracteriza más a países como Estados Unidos) y a combinar métodos, corrientes teóricas, modelos y acercamientos distintos. Esto me abrió un mundo de posibilidades, enriquecidas además con la experiencia de vivir en otro país, con otra cultura y un sentido del humor negro, sarcástico, que les permite reírse del mundo y de ellos mismos.

¿Y la vida diaria en Inglaterra?

No éramos una pareja común, pues la mayoría de los becarios mexicanos en Sheffield eran ingenieros y sus esposas se dedicaban a la familia y a los hijos; nosotros éramos dos estudiantes de tiempo completo. Esto amplió nuestras perspectivas sobre los roles de género en la construcción de la pareja igualitaria y equitativa que somos hoy.

¿Recomiendas a los jóvenes estudiar fuera de México?

¡Por supuesto! Me parece muy formativo. No significa que aquí no tengas posibilidades, pero cuando te vas a otro país vives experiencias invaluables. Eso sí, tras haber estado fuera varios años regresas con títulos académicos pero, muchas veces, sin posesiones materiales. Para nosotros fue en cierto sentido como empezar de cero, aunque por supuesto valió la pena.

¿Cómo pasaste de la psicología a la comunicación política?

Mientras estudiaba vivía con mis papás, pero también trabajaba para apoyar un poco en casa. Para mí siempre ha sido importante pasar de la reflexión teórica a la realidad, y en el mundo laboral comencé a darme cuenta de que la comunicación tenía un gran impacto en el gobierno y que el trabajo periodístico, pese a verse como uno de los últimos procesos en la toma de decisiones, es en realidad una tarea imprescindible para los servidores públicos, los gobernantes…

Ya en el doctorado mi director de tesis, también psicólogo, me ayudó a percatarme de que todo termina cayendo en la cognición, en la psique, la mente, las emociones. La forma en la que entendemos el mundo, decisiones como quién es nuestra pareja y por quién vamos a votar… todo tiene componentes emocionales. Los seres humanos decodificamos la política desde nuestra psicología.

Todo tiene componentes emocionales. Los seres humanos decodificamos la política desde nuestra psicología.

Como psicólogo y comunicador político, ¿qué les dirías a los jóvenes sobre tu profesión?

Haría énfasis en lo interdisciplinario. Como me dedico a ciencias que han ido construyendo sus propios compartimientos teóricos cerrados, como la psicología, la comunicación y la ciencia política, abordarlas juntas implica un cruce de caminos muy interesante, y cada vez es más fácil porque tenemos mayor acceso al conocimiento. Es fundamental distinguir, reconocer y apreciar esa complejidad y ser humildes: aceptar que la realidad no puede ser abordada desde una sola disciplina y que no debemos sacar de la ecuación lo emocional, que nos conforma y define…

La psicología te ayuda a entenderte a ti mismo y la política a entender a la sociedad, al poder. La comunicación es la mejor manera de dotar de significado lo que se dice y hace, y la política es la combinación entre decir y hacer, pues si estás allí reflexionas, discutes y debates, pero también tomas decisiones en las comunidades, las sociedades, los países. La política dice mucho de ti, de cómo vas construyendo tu identidad, tu pertenencia, tus valores, tus principios éticos, morales, el cúmulo de tus experiencias, principios, aficiones, lo que te atrae (filias), lo que te provoca ansiedad (fobias). En fin, habla sobre cómo te entiendes a ti mismo en el mundo.

Particularmente entre los jóvenes, la política no goza de buena fama…

Efectivamente, pues la política lidia con la realidad y a veces no nos gusta. No diría que vivimos el desprestigio de la política, sino de ciertas instituciones políticas, como los partidos o los poderes. Lo que pasa es que sin política no podríamos vivir en sociedad, porque necesitamos ser parte de un orden, de un sistema que nos procure cierta estabilidad. Que nos permita, por ejemplo, tener esta conversación desde donde estamos, informarnos, debatir, reflexionar y expresar nuestra opinión, pues hay lugares donde esa posibilidad no existe. A los jóvenes, particularmente, les pido que piensen la realidad desde la realidad, no desde las pantallas, que son sólo una parte de ella.

¿Cómo describes tu experiencia en el ine? Te tocaron las elecciones más concurridas de la historia.

Aprendí mucho y viví experiencias que me fortalecieron y me dieron perspectiva como académico. Es un privilegio que nos da la unam: poder salirte un rato y regresar fortalecido. En esa ocasión, en la época en la que el ine era la joya de la corona de las instituciones electorales de México, pedí una licencia como académico para poder aventurarme en el mundo electoral. Quería entender cómo funciona lo más virtuoso y nefasto de nuestra vida política, mirar el mundo real y regresar a la investigación y la academia.

Has trabajado sobre la polarización digital, ¿qué significa?

Que nos hemos vuelto cada vez más intolerantes con quienes discrepan de nuestra forma de pensar y más complacientes con quienes piensan como nosotros, que nos hemos convertido en presas de plataformas que se aprovechan de nuestra fascinación humana por el otro, que aspiran a captar nuestra atención a toda hora y transforman las relaciones humanas y el quehacer político. Vivimos en una polarización en la que o eres mi amigo o eres mi enemigo, y no hay lugar para los dos.

En esta era dominada por la digitalización y las plataformas de interacción social, que sustituyen el espacio público, debemos averiguar qué impacto tiene esa polarización en la calidad de nuestra conversación pública, cómo enfrentar las diversas estrategias de desinformación digital y qué consecuencias tiene la politización del discurso informativo tanto en el ámbito noticioso como en el deliberativo.

Cuando no hay lugar para el diálogo, para la democracia, ¿qué sugieres?

Se puede hacer mucho si tomamos en cuenta que cada generación tiene su responsabilidad. Todos tenemos responsabilidades desde nuestras circunstancias particulares y el lugar en el que nos encontramos. Sin importar el partido político debemos trabajar para la tolerancia, la diversidad y el respeto, para salvaguardar esos principios.

En corto

Político admirado. Barack Obama, por haber llegado dos veces a la presidencia de Estados Unidos a pesar de grandes obstáculos.

País a visitar. Japón por su riqueza cultural, su naturaleza y estar formado por un grupo de islas. Aficiones. Hago deporte y soy melómano de tiempo completo: me gusta desde la música clásica hasta el rock. Disfruto escuchar a mi hijo tocar el bajo eléctrico.

Platillos favoritos. Nada mata un taco al pastor, aunque me gusta la comida india.

Amores. Mis padres, mis hermanos y mis cómplices de vida: mi esposa y mi hijo.

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