¿Quién es? 309

Jacqueline Cortés Morelos

Por Gloria Valek

Retrato: Arturo Orta

Jacqueline es coordinadora de la Clínica del Programa de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la unam; psiquiatra de adultos, jóvenes y niños; terapeuta familiar y de pareja, y comprometida divulgadora de la psiquiatría y la salud mental.

¿A qué jugabas de chiquita?

A muchas cosas, entre ellas a que curaba e inyectaba a mis muñecas. También me encantaba el arte, bailar, cantar y estar con otros niños; poco a poco me fui inclinando por la medicina. Pensé en ser pediatra, pero me di cuenta de que en esa especialidad debía enfrentarme a la muerte de los niños, así que opté por el tratamiento de la salud mental. Cuando en la unam cursé las primeras materias de psiquiatría me atrapó la profesión, y como me gustan mucho los niños, además de especializarme en jóvenes y adultos, hice una especialidad en psiquiatría infantil.

¿Cómo es para ti trabajar con jóvenes?

Desde el inicio de la carrera me interesó la conducta humana: descubrir qué hay detrás del comportamiento y la forma de ser de las personas, y eso aún me apasiona. Como madre y profesionista trato de entender qué lleva a alguien a comportarse de cierta manera: su historia personal, familiar y laboral; qué justifica su conducta y conforma su personalidad; cómo son sus hábitos de vida, prácticas alimenticias y de sueño; si hay un probable acceso a sustancias nocivas; las presiones de sus grupos sociales, etcétera.

La salud mental comienza en el núcleo familiar: si los padres no estamos bien, nuestros niños y jóvenes tampoco lo estarán. Una de las mejores formas de prevenir problemas mentales es comer y dormir adecuadamente. Los adultos y los jóvenes necesitamos dormir de 7.5 a 8 horas diarias. Si invertimos el ciclo sueño-vigilia (por ejemplo, si nos desvelamos con frecuencia) nuestras defensas bajan y nos volvemos vulnerables a todo tipo de enfermedades, incluso mentales, pues se ven afectados la memoria, la atención, el aprendizaje y los reflejos; olvidas cosas; te sientes cansado e irritable, y entras en círculos viciosos de los cuales es difícil salir.

Cuando puedo también trabajo con las familias. Por ejemplo, si los padres de mis pacientes tienen síntomas los trato a ellos y automáticamente los hijos mejoran. Y tomo en cuenta los factores hereditarios, pues los hijos de padres depresivos o con trastornos de ansiedad tienen mayores posibilidades de heredar esas condiciones, que se suman a entornos negativos. Como madre me pongo en su lugar y trato de ser muy empática...

¿Qué papel tiene el deporte?

Es esencial. Yo, por ejemplo, experimenté con mis hijos el desempeño deportivo en Pumitas, de la unam, donde se fomenta el juego y el compromiso; los niños y los jóvenes que reprueban o bajan de promedio ya no pueden participar en ese programa. Después de clases entrenan y luego regresan a casa con un agradable cansancio, a hacer tarea y descansar, sin tiempo ni ganas de desvelarse, pues eso merma su rendimiento. El ejercicio no sólo fomenta las nuevas sinapsis neuronales sino que permite liberar estrés y ansiedad y alejarse de conductas nocivas como el consumo de sustancias. Además, el ejercicio en equipo fomenta la convivencia con personas afines, el aprendizaje de reglas y la tolerancia a la frustración… lo viví en carne propia.

Pero además los chicos siguen en desarrollo, se enamoran, su cuerpo cambia

Sí, la hormona del crecimiento se libera en la etapa 3 del sueño, y no sólo les crecen los huesos sino también órganos como el cerebro, con lo que se fortalece la inteligencia. Además, en la adolescencia se viven las primeras experiencias amorosas y los jóvenes pueden experimentar situaciones que los abruman, como enfrentarse a abusos emocionales, físicos o sexuales, y tener conductas autodestructivas, como herirse a sí mismos, tener sexo sin protección o conducir a altas velocidades.

¿Cómo les transmites lo que sabes como psiquiatra?

La rebeldía es sana y natural en la adolescencia, pues lleva a los jóvenes a generar sus propias opiniones, adquirir confianza, tomar decisiones y forjar su propia identidad. Hay que considerar también la personalidad, cuyos componentes son hereditarios y adquiridos, pues el temperamento se hereda y el carácter se adquiere. Hay que explicarles, por ejemplo, que ellos valen mucho y no se merecen hacerse la vida más difícil, dañarse o vivir constantemente bajo presión. Les cuento que todos hemos tenido materias que nos disgustan y que justo por eso hay que acreditarlas lo antes posible. Uno de los aprendizajes más importantes es la tolerancia a la frustración: hay momentos difíciles pero también otros hermosos, materias que consideran horribles pero que vale la pena cursar.

Entre los problemas más graves en la adolescencia están las adicciones y el suicidio

El suicidio es sólo la punta del iceberg. Es decir, alguien que tiene conducta suicida no está buscando matarse, sólo busca dejar de sufrir, y esto puede deberse a múltiples factores: desde trastornos depresivos mayores u otras enfermedades mentales hasta problemas legales o de adicciones, o sentirse atrapados por deudas, desesperación y temor a los adultos. El suicido también se asocia con problemas de identidad sexual y rechazo familiar: hay chicas y chicos que prefieren quitarse la vida antes de enfrentar a quienes más aman, y si agregas el consumo de alcohol u otras drogas el riesgo aumenta. Por eso es tan importante hablar sobre esos temas.

¿Cómo podemos saber que un joven necesita ayuda?

Los padres y los profesores somos importantes en todos los niveles, pues durante el ciclo escolar podemos detectar cambios de conducta, tristeza, preocupación y ansiedad, y si esos cambios les impiden funcionar adecuadamente los especialistas podemos ayudarlos a entender los problemas y las posibles soluciones.

Los jóvenes pasan mucho tiempo en redes sociales, cuyo uso puede fomentar conexiones positivas pero también enfrentarlos a riesgos mayores con efectos negativos. Como padres y maestros debemos estar alertas.

¿Qué les dirías a los jóvenes?

Que no teman a los especialistas, que no están solos. Que muchos adolescentes están viviendo lo mismo que ellos y que con tratamientos adecuados pueden alcanzar una mejor calidad de vida. Que busquen psicólogos y psiquiatras en su escuela o en hospitales de su localidad. Por ejemplo, los alumnos de la unam pueden acercarse a la Facultad de Psicología y al Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina; aquí podemos ayudarlos.