¿Quién es? 62
María Teresa Gutiérrez MacGregor
Concepción Salcedo Meza
Foto: Adrián Bodek
Hacedora de la ciencia geográfica
Es un torrente de ideas. A sus 70 años sigue teniendo una vitalidad intelectual impresionante. Gusta de autodefinirse como “juguetona, inquieta, alegre y optimista”. María Teresa Gutiérrez MacGregor fue la primera geógrafa que en los sesenta demostró que a través de mapas se podía plasmar el desarrollo y distribución de la población en México. También advirtió hace 50 años que la Ciudad de México estaba creciendo en forma desordenada y previó muchos de los problemas que se viven ahora por esa falta de planeación.
Ella dio un viraje a los estudios demográficos que se realizaban en el país hacia un enfoque de geografía poblacional, es decir, incluyendo factores humanos y físicos que permitieran comprender la evolución de la población en forma integral. Hoy es decana e Investigadora Emérita del Instituto de Geografía de la UNAM, del cual ha sido dos veces directora.
“Nací en Tacubaya en 1927, por eso me dicen que soy posrevolucionaria. Alrededor de mi casa había vacas y me gustaba jugar en los pastizales”. De niña no se imaginaba que llegaría a ser geógrafa: “Quería ser rumbera y jarocha; me fascinaban los bailes, pero mi hermana mayor me impulsó a estudiar una carrera universitaria”. Cuando entró a la licenciatura de geografía en la UNAM, María Teresa ya sabía qué quería investigar. Estando en el primer año se abrió el concurso para una plaza de ayudante del profesor Pedro Carrasco, a quien admiraba mucho: “Sus clases eran maravillosas. Yo gané el concurso porque llevaba una base matemática más sólida que los otros aspirantes”.
Alrededor de 1945 se fundó el Instituto de Geografía de la UNAM y ahí María Teresa empezó a hacer estudios de geografía de la población “que en ese entonces me parecían aburridísimos, porque mi interés estaba puesto en la geografía física, tanto que mi tesis de licenciatura y maestría fueron en ese campo”. Más tarde se especializó en geografía de la población y urbana en la Universidad de Londres y al regresar a México impartió en el Instituto un seminario de geografía de la población y fundó en la Facultad de Filosofía y Letras y en la Facultad de Arquitectura la materia de geografía urbana. Años después realizó un postdoctorado en la Universidad de la Sorbona en París.
Para la doctora Gutiérrez MacGregor es una tarea permanente entusiasmar a los geógrafos para que se dediquen al estudio de la geografía de población, que en nuestro país ha evolucionado en forma muy irregular. Resulta urgente conocer su desarrollo, estructura y distribución para contribuir a su planeación. De igual manera es importante conocer el potencial de los recursos de todas las regiones para impulsar la economía el país.
Durante muchos años María Teresa tuvo la ilusión de hacer el Atlas Nacional de México y narra cómo lo logró: “En los ochenta se dio la circunstancia de que una de la investigadoras del Instituto, Ana García, participara en Cuba en el Atlas Nacional, y a su regreso, decidimos hacer el de México. Entonces realizamos un convenio con ese país para que nos ayudaran (en ese momento yo era la directora del Instituto). El alma directriz del Atlas fueron Ana García y Atlántida Coll, y participó todo el Instituto, fue muchísimo trabajo, pero salió bien. Próximamente se va actualizar y se está pensando hacer un Atlas digitalizado”.
Concluye externando dos preocupaciones: la falta de oportunidades de empleo para los jóvenes egresados de las universidades y que la ciencia y la tecnología no tengan suficientes apoyos, porque “no hay conciencia de que sólo éstas pueden resolver los problemas del presente y del futuro”.
Personalmente
Generación. La que en los cuarentas abrió brecha en la geografía; éramos seis mujeres con este afán en la Facultad de Filosofía y Letras.
Amores. Mi marido Raúl, que era ¡guaperrímo! y amé muchísimo, estuvimos juntos 30 años. Mis amigas, la geografía y mis perros que ya murieron.
Placer. Odio cocinar, pero me encanta comer, no cuido la línea.
Manía. Soy demasiado inquieta.
Anécdota favorita. Cuando viví en París aprendí a pintar arte abstracto y un día concursé con un collage y una acuarela. Cuando fui a recogerlos me dijeron que estaban seleccionados por el jurado para la Bienal de Chell. Eso fue más impresionante que el doctorado. Siempre he sido muy suertuda.