Ráfagas 192
Ráfagas
Martha Duhne Backhauss
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Los premios Ig Nobel 2014
La entrega anual de los premios Ig Nobel se considera uno de los acontecimientos más esperados del calendario científico anual, mucho menos solemne que la de los Nobel, es sin duda más divertida. El premio Ig Nobel se otorga a investigaciones que primero hacen reír (¿a quién se le ocurre, por ejemplo, poner a levitar a una rana viva, u observar a un escarabajo que trata de aparearse con una botella de cerveza australiana?), y luego nos hacen pensar.
La ceremonia se celebra en el Teatro Sanders de la Universidad de Harvard con la participación de varios ganadores del Nobel. Las investigaciones que compiten tienen que haber sido publicadas en revistas especializadas serias. Se trata de un evento que por su carácter poco formal e imaginativo logra captar la atención de un público cada vez mayor. He aquí los premios Ig Nobel de este año:
El de física fue otorgado a unos investigadores japoneses por medir la fricción entre la suela de un zapato y una cáscara de plátano, así como entre la cáscara y el suelo, en el momento preciso en que el portador del zapato pisa la cáscara unos segundos antes de resbalar.
El de neurociencia fue compartido por científicos de dos países, China y Canadá, por tratar de comprender qué sucede en los cerebros de varias personas en el momento en que descubren la cara de Jesús en un pan tostado.
El de psicología recayó en investigadores de Australia, el Reino Unido y Estados Unidos por reunir evidencias de que las personas que acostumbran irse a dormir tarde son, en promedio, más manipuladoras, más proclives a la autoadmiración y más psicópatas que las que se levantan temprano en la mañana.
El de salud pública fue para un estudio internacional donde participaron científicos de la República Checa, Japón, India y Estados Unidos, por investigar si es mentalmente peligroso tener un gato de mascota.
El premio en el campo de la biología fue obtenido por científicos de la República Checa, Alemania y Zambia, por documentar con mucha precisión que al defecar y orinar, los perros prefieren alinear el cuerpo con el campo magnético de la Tierra en la dirección norte-sur.
El de arte fue otorgado a investigadores italianos por medir el dolor que siente una persona cuando recibe una descarga de rayo láser en la mano al mismo tiempo que mira un cuadro feo y compararlo con el dolor que siente cuando el cuadro es bello.
El premio de economía fue dado al Instituto Nacional de Estadística del gobierno italiano, el cual, para cumplir el mandato que pide a los gobiernos de la Unión Europea incrementar la magnitud de su economía, ha incluido en ésta los ingresos generados por la prostitución, la venta de drogas, el contrabando y todas las demás transacciones ilegales entre particulares.
El Ig Nobel de Medicina fue otorgado de manera conjunta a investigadores de India y Estados Unidos por tratar hemorragias nasales incontrolables tapándole la nariz al paciente con tiras de carne de cerdo curadas, parecidas al tocino.
Hubo también un premio a las ciencias árticas que obtuvieron científicos de Noruega, Alemania y Estados Unidos por realizar experimentos para documentar cómo reaccionan los renos cuando ven un ser humano disfrazado de oso polar.
El premio de nutrición fue otorgado a investigadores españoles por caracterizar las bacterias lácticas aisladas en heces de bebés como potenciales cultivos iniciales para la producción de salchichones.
Es una lástima que los premios se otorguen solamente una vez al año.
Kiyoshi Mabuchi, premio de física.
Jaroslav Flegr, premio de salud pública.
Un voluntario demuestra el premio de medicina. Foto: Alexey Eliseev.
Evidencias de producción de pulque en Mesoamérica
Residuos químicos recuperados de cerámicas antiguas sugieren que los teotihuacanos ya producían bebidas alcohólicas en el año 150 a. C. Además de su uso ceremonial y social, el producto pudo ser una fuente importante de nutrientes, en especial durante las sequías o heladas en que el maíz escaseaba.
Teotihuacán, enorme centro urbano perteneciente a una cultura anterior a la de los aztecas, fue habitado por más de 120 000 personas que construyeron pirámides, templos y palacios, antes de ser abandonada cerca del año 650 de nuestra era.
Aún desconocemos mucho de esta cultura, pero unos investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México y de las Universidades de Bristol y de Stanford, del Reino Unido y Estados Unidos, descubrieron que los teotihuacanos producían pulque, bebida que se obtiene fermentando la savia de varias especies de agave.
Se han encontrado evidencias de la producción de cerveza y vino en Egipto y Mesopotamia antes de que la cultura teotihuacana se desarrollara, pero éste es el hallazgo más antiguo de vestigios de producción de bebidas alcohólicas en Mesoamérica.
Los investigadores analizaron los residuos orgánicos preservados en las vasijas, pero encontrar evidencias directas resulta complicado, ya que los componentes químicos de las bebidas alcohólicas son solubles en agua, por lo que no duran mucho a diferencia de las grasas de residuos de comida, que suelen conservarse mejor.
Los investigadores desarrollaron una técnica para detectar residuos de Zymomonas mobilis, bacteria que interviene en la fermentación del pulque. Estudiaron cientos de fragmentos de vasijas de cerámica y localizaron restos de la bacteria en 14 de ellos en sitios diversos, de donde concluyeron que el pulque era consumido por la mayoría de la población, no sólo por los sacerdotes y gobernantes. El pulque se guardaba en ánforas y ollas especiales, que habían sido selladas con resina de pino.
Los investigadores piensan que este método podría utilizarse también para identificar la presencia de otras bebidas fermentadas por otras bacterias, incluyendo el vino de palma, la cerveza y la sidra. Los resultados de la investigación fueron publicados en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences en el mes de septiembre.
Un hongo para controlar la plaga de la papa
En el estado de Veracruz, en la región del Cofre de Perote, se siembran anualmente 6 000 hectáreas de papa, sustento principal de cerca de 3 000 agricultores. El cultivo enfrenta un grave problema en esta región: un parásito que ha alcanzado densidades de población hasta 100 veces superiores al valor recomendado por la Organización Europea de Protección para las Plantas y que llega a ocasionar pérdidas mayores al 40% de los cultivos.
Este parásito, el nematodo dorado de la papa (Globodera rostochiensis), fue detectado por primera vez en México a principios de los años 70 en cultivos del estado de Guanajuato. Se trata de un microorganismo que se encuentra en el suelo y se alimenta de los nutrientes que necesita la papa, lo que afecta seriamente el desarrollo de la planta. Buscando controlar la plaga, los agricultores han utilizado varios remedios agroquímicos, pero éstos son tóxicos, afectan los mantos freáticos y degradan los suelos, o bien se adhieren a los tubérculos, por lo que su uso se encuentra fuertemente restringido. Incluso varias marcas ya han sido retiradas del mercado. A partir de finales de los años 80, para frenar la plaga, se estableció una regla que restringe el uso de tubérculos de la papa provenientes de las zonas de cuarentena.
A partir del año 2000, un grupo de investigadores de la Red de Biodiversidad y Sistemática del INECOL se interesó en el problema, sobre todo en buscar especies biológicas que puedan controlar al parásito sin efectos negativos en el ambiente. México es considerado uno de los centros de origen de la papa, además del Perú, por lo que los investigadores pensaron que en la región podía haber organismos depredadores del nematodo. Tras años de trabajo, encontraron una especie de hongo con la que lograron disminuir hasta en 90% la población del nematodo, combinando el hongo con otros métodos de manejo integrado, como la rotación de cultivos.
Con recursos del CONACYT adquirieron un biorreactor para reproducir el hongo y utilizarlo en diversos experimentos. Los investigadores demostraron que este hongo nematófago no tiene efectos en las poblaciones de otros organismos, como sucede con los insecticidas químicos.
Por su importancia y eficacia el método ya tiene una patente en trámite para México, Europa, Estados Unidos y Sudamérica, y en poco tiempo podría estar sustituyendo a los plaguicidas químicos, que tantos problemas ambientales ocasionan.
Globodera rostochiensis en las raíces de una papa. Foto: J. D. Eisenback-VPI & SU.
Ratones con un gen humanizado
Todas las especies animales se comunican entre sí con diversos objetivos: los machos para atraer a las hembras y las hembras para aceptarlos o no, o bien para delimitar territorios y dar voces de alarma. Pero los humanos tienen una forma única de generar y comprender mensajes: el lenguaje hablado. Hace unos años se identificó un gen que, en los humanos, parece tener una fuerte relación con la capacidad de entender y generar lenguaje: el gen llamado Foxp2 (ver ¿Cómo ves? Núm. 137).
Un equipo de neurocientíficos de varios países modificó la información genética de unos ratones para incluir un gen Foxp2 “humanizado”, que produce una proteína que difiere en solamente dos aminoácidos (los “tabiques” que construyen las proteínas) de la que produce el correspondiente gen de los ratones. A pesar de tan pequeña diferencia, estos ratones presentaron dendritas más largas en la región del cerebro implicado en la formación de hábitos. Las dendritas son las extensiones de las neuronas que les permiten comunicarse entre sí.
Los ratones con el gen Foxp2 humanizado aprendían más rápidamente a desplazarse en un laberinto en forma de T, donde para recibir un premio de comida, debían decidir si dar vuelta a la derecha o a la izquierda dependiendo de la textura del piso. Para realizar correctamente este tipo de tareas, es necesario contar con dos habilidades: la primera es la llamada memoria declarativa, relacionada con recordar sucesos y lugares. La segunda es la capacidad de convertir tareas complicadas en hábitos (por ejemplo, aprender a manejar).
El siguiente paso del experimento fue elaborar otro laberinto para discernir cuál de las dos habilidades tenían más desarrollada los ratones modificados. Los que poseían la versión del gen Foxp2 humanizada tuvieron un desempeño similar a los que no la tenían, pero los superaron cuando la tarea que habían aprendido debía convertirse en rutina para lograr un mejor desempeño. Es decir que el gen Foxp2 facilitaba su capacidad de realizar algunas acciones al convertirlas en procedimientos rutinarios.
Los resultados, publicados en septiembre en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, sugieren que este gen fue un elemento esencial en el desarrollo del lenguaje, ya que permitió transformar la experiencia de asociar un sonido, por ejemplo “piedra”, con el objeto y luego hacerlo de manera automática, cada vez que oímos la palabra. Fue probablemente la suma de pequeños cambios como éste lo que permitió que los humanos adquirieran rasgos y características diferentes al resto de los animales y se convirtieran en la especie que son actualmente