Ráfagas 258
Ráfagas
Martha Duhne
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Descubren los restos de una antigua ciudad
Un equipo internacional de arqueólogos dio a conocer el descubrimiento de Sak Tz’i, ciudad maya que buscaban hacía más de 25 años. El sitio se localiza en lo que actualmente es la comunidad de Lacanja Tzeltal en el estado de Chiapas, una zona selvática muy cercana a la frontera con Guatemala. Los arqueólogos sabían de su existencia por distintas evidencias encontradas en excavaciones de ciudades mayas vecinas como Chichen Itzá y Palenque, pero no habían podido localizarla. Finalmente Sak Tz’i, o “perro blanco” en lengua tzeltal, fue descubierta en el verano de 2014, pero no fueron los expertos sino un ganadero que trabajaba en el patio trasero de su casa cuando, al remover tierra y piedras, descubrió una estela maya que llevaba cerca de 2 000 años enterrada. El ganadero y un amigo le avisaron a Whittaker Schroder, arqueólogo de la Universidad de Pensilvania y experto en cultura maya que llevaba años trabajando en la zona. Schroder revisó la pieza y, luego de meses de trabajo, confirmó que era auténtica.
Cinco años después, Schroder consiguió los permisos necesarios para iniciar las excavaciones con un equipo de expertos del que forman parte dos mexicanos, uno de la Universidad Autónoma de Yucatán y otro de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. El equipo encontró varias estructuras que sugieren que Sak Tz’i fue importante en la región a pesar de no ser una ciudad muy grande ni poderosa. Los investigadores descubrieron una pirámide de 14 metros de altura rodeada de estructuras que parecen haber sido las habitaciones de los gobernantes. La pirámide tiene también varias estelas a su alrededor, en una de las cuales se ven las plantas de unos pies dirigidas al espectador, una representación muy rara que solo se ha encontrado en algunas piezas de cerámica. Había asimismo una cancha de juego de pelota y un espacio que parece haber sido un mercado. La ciudad estaba rodeada de muros de mampostería, probablemente para defenderse de sus poderosos vecinos.
Los científicos, que tuvieron que trabajar en medio de las vacas que pastaban en los terrenos, encontraron también un patio llamado Muk’ul Ton, o Plaza de los monumentos, que probablemente se usaba para ceremonias políticas y religiosas. Los arqueólogos suponen que se trata de la capital del reino de Sak Tz’i, y calculan fue poblado desde el 750 a. C. y que existió durante cerca de 1 000 años.
El descubrimiento fue dado a conocer en la revista Journal of Field Archaeology. Los investigadores esperan que en trabajos posteriores podrán dar información sobre la política, economía, rituales y guerras de las regiones occidentales de la civilización maya. Y planean usar una herramienta a base de rayos láser montados en drones para descubrir la arquitectura y la topografía que se mantiene oculta bajo la selva.
Inscripciones en estelas que hablan de guerras y rituales; contienen una representación de la mitológica serpiente de agua y otra de un dios relacionado con la lluvia.
Ilustración y reconstrucción de una estela de Sak Tz’i. S. Houston y C. Golden.
Pasos hacia la salud
Un estudio reciente sugiere que existe una relación entre caminar más de 4 000 pasos al día y una mejor calidad de vida y la salud. En estudios previos se había examinado la relación entre el número de pasos que da al día una persona y la muerte, pero en pacientes enfermos o de edad avanzada. En esta investigación, Pedro Saint-Maurice, del Instituto Nacional de Cancerología de Estados Unidos, y sus colegas se interesaron en entender si existía esta relación en personas sanas.
Para hacerlo, revisaron datos de un censo que se realiza periódicamente desde los años 60, diseñado para evaluar la salud y el estado nutricional de adultos y niños en Estados Unidos. El equipo estudió a 4 840 adultos sanos de una edad promedio de 56 años y un mínimo de 40. Los participantes midieron el número de pasos que daban al día y la distancia que recorrían por medio de un aparato llamado podómetro. Los investigadores tomaron datos entre 2003 y 2006 y luego volvieron a revisar el estado de salud de los participantes, así como las defunciones. Estudiaron las causas de la muerte y los decesos por enfermedades cardiovasculares o cáncer.
El equipo encontró que las personas que dieron entre 8 000 y 12 000 pasos al día tuvieron respectivamente 51 % y 65 % menos riesgo de morir durante un periodo de 10 años que los que dieron menos de 4 000 pasos al día.
Los resultados se publicaron en la revista Journal of the American Medical Association en marzo. Los investigadores aclaran que no encontraron ninguna relación significativa entre la velocidad de la caminata y la mortalidad. En otras palabras, no importa la velocidad: solo camina más de 8 000 pasos al día para alejarte de médicos y hospitales.
ThreeMilesPerHour/Pixabay.
El valor del suelo
Conservar los suelos de nuestro planeta, los que aún existen en ecosistemas naturales y los que requieren restauración, podría ayudar a absorber más de 5 000 millones de toneladas de CO 2 por año.
Unos investigadores de la organización Nature Conservancy publicaron en marzo un artículo en la revista Nature Sustainability en el que aseguran que tan solo el primer metro de suelo de todo el planeta contiene una cantidad de CO 2 comparable a la que hay en la atmósfera, lo que es posible porque los árboles capturan el CO 2 y lo ceden a los organismos del suelo al morir. Cerca de 40 % de este potencial de almacenamiento se logra simplemente dejando sin modificar los suelos de los ecosistemas naturales.
La mayoría de la destrucción de los ecosistemas se debe a la expansión de tierras agrícolas, por lo que frenarla es una importante estrategia. Además la agricultura produce una tercera parte de los gases de efecto invernadero. Los ecosistemas proveen más que solo alimentos: también brindan servicios indispensables como regulación del clima, agua, biodiversidad y captura de carbono. La ONU designó el 2015 como Año Internacional de los Suelos, entre otras razones, “porque los suelos constituyen la base del desarrollo agrícola, de las funciones esenciales de los ecosistemas y de la seguridad alimentaria y son por tanto un elemento clave para el mantenimiento de la vida en la Tierra”.
Gerd Altmann/Pixabay.
Nueva especie de rana
Una rana de poco más de 55 milímetros de largo fue declarada como especie nueva y nombrada Sarcohyla floresi para honrar el trabajo científico de un herpetólogo mexicano, Oscar Flores Villela.
Unos científicos de la Universidad de Michigan hicieron el descubrimiento a partir de un ejemplar que formaba parte de la colección de anfibios de su universidad y después viajaron a la Sierra Madre del Sur, donde corroboraron que se trata de una especie nueva.
Esta ranita empieza su vida en arroyos pequeños o charcos en el bosque seco caducifolio, característico de la vertiente del Pacífico de la Sierra Madre del Sur, en Guerrero y en la parte sur del Estado de México. Los adultos de la especie viven en árboles y arbustos.
Óscar Flores Villela es un investigador de la Facultad de Ciencias de la UNAM que ha dedicado mas de 40 años al estudio de reptiles y anfibios. Su grupo ha descrito más de 60 especies. El trabajo de localizar, describir y preservar especímenes biológicos en colecciones es importante para conocer nuestro patrimonio natural. Además los anfibios son uno de los grupos animales que se encuentran en mayor riesgo, lo que se debe a la destrucción de su hábitat, la contaminación de cuerpos de agua, el comercio ilegal de especies, y recientemente, por la quitridiomicosis, una enfermedad causada por un hongo. Los resultados de este descubrimiento se publicaron en la revista Zootaxa en marzo pasado.
Nueva especie de rana.
Conexiones entre el cerebro del bebé y su madre
Investigadores de la Universidad Atlántica de Florida demostraron que el contacto directo, piel con piel, entre un bebé y su mamá, conocido como cuidado canguro, es benéfico para el desarrollo neurofisiológico del bebé, en especial durante los primeros meses de vida. En el estudio participaron 33 madres y sus bebés. Los investigadores estudiaron patrones de actividad cerebral por medio de electroencefalogramas y midieron los niveles de oxitocina y cortisol en los bebés y sus mamás. La oxitocina es una hormona involucrada en las contracciones durante el parto y la posterior producción de leche en la mamá y del reflejo de succión en el bebé. Pero además está implicada en comportamientos relacionados con la confianza, el altruismo, la formación de vínculos, la empatía y el apego. El cortisol se relaciona con respuestas de estrés. Los investigadores dividieron a los participantes en dos grupos: las madres del cuidado canguro recibieron un portabebé adecuado y un cuaderno para anotar cuánto tiempo usaban el portabebé, el cual permitía el contacto físico directo. Las madres del grupo de control recibieron almohadas y diarios para registrar la alimentación del bebé. Las mamás de un grupo no tenían idea de qué hacía el otro. A los bebés se les puso una gorra de lycra elástica para medir la actividad del cerebro durante algunos minutos. La oxitocina se midió en la orina y el cortisol en muestras de saliva. Los resultados del estudio, publicados en la revista Infant Behavior and Development, indican que el contacto físico constante como el que permite el cuidado canguro hizo aumentar los niveles de oxitocina y redujo el estrés tanto de las madres como de los bebés, e influyó favorablemente en el desarrollo neurológico de estos.
Paul Goyette.