22 de diciembre de 2024 22 / 12 / 2024

Ráfagas 3

Martha Duhne

Aspirinas para florecer

El ácido acetilsalisílico, componente principal de las aspirinas y mejorales, puede aliviar el dolor no sólo en los humanos sino también en las plantas. Sí, leíste bien: al parecer, las plantas son capaces de sentir algo semejante al dolor y, como los humanos, encontrar alivio con una dosis del popular remedio. Cien­tíficos de la Universidad Estatal de Arizona, encabezados por el bioquímico Ralph A. Backhaus, están trabajando al respecto y descubrieron que el efecto de la aspirina en las plantas es muy similar al que ocurre en los animales: el fármaco interrumpe procesos moleculares relacionados con el mecanismo del dolor. Se trata de un hallazgo importante ya que implica comprobar la respuesta específica de las plantas ante el daño físico.

Tanto en los animales como en las plantas, la aspirina interfiere con las estrategias químicas que los organismos emplean para combatir a los intrusos. En los animales, el fármaco bloquea la producción de prostaglandinas, ácidos grasos que inician la respuesta inflamatoria a la infección. En las plantas, la sustancia bloqueada es el ácido jasmónico, que desata la producción de ciertos compuestos químicos causantes de indigestión en los insectos comedores de hojas. Los pasos bioquímicos que conducen a la síntesis del ácido jasmónico en las plantas son notablemente semejantes a aquellos que derivan en la producción de prostaglandinas en los animales, como respuesta a un evento que se presente con dolor físico. El estudio, publicado en The Journal of Biological Chemistry, aporta cierta credibilidad científica al viejo truco de colocar aspirinas en los floreros para hacer que las flores recién cortadas duren más antes de marchitarse. Cuando cortamos una flor, la planta lo percibe como una herida y de inmediato produce ácido jasmónico. Esta sustancia no sólo mantiene a la planta libre de insectos, sino que acelera su envejecimiento para inducir —piensan los botánicos— a la planta herida a generar semillas antes de morir. La aspirina bloquea dicha reacción haciendo que las flores luzcan frescas... y vivas.

Se desvanece evidencia de vida en Marte

Hace más de dos años, la Agencia Aeroespacial Estadounidense (NASA, por sus siglas en inglés) sacudió a la opinión pública mundial al anunciar que científicos de ese organismo habían comprobado la presencia de actividad bacteriana —fosilizada— en el meteorito de origen marciano “Allan Hills- 84001” (ALH-84001), que se encontró en el subsuelo de la Antártida en 1984. Ahora, después de exhaustivas investigaciones que han tenido un costo cercano a los 2.3 millones de dólares, muy pocos científicos creen que los presuntos microfósiles sobre la superficie del meteorito (semejantes a “gusanos” en las fotografías con microscopio electrónico) sean producto de actividad orgánica. Más bien, se atribuye su presencia a procesos geológicos naturales por lo que, en lugar de fósiles, serían fragmentos de minerales pulverizados. La revista Science, del pasado mes de noviembre, da cuenta de las conclusiones a las que llegaron los principales especialistas estadounidenses en la materia, durante el seminario “Meteoritos Marcianos: ¿Dónde estamos y hacia dónde nos dirigimos?”, celebrado del 2 al 4 de noviembre de 1998 en el Instituto Planetario y Lunar de Houston, Texas. Ahí se concluye que “la naturaleza tiene un perverso sentido del humor” ,haciendo pasar formas minerales por estructuras biológicas. “Si alguna vez hubo vida en Marte —afirman los investigadores que han analizado al meteorito—, el ALH-84001 no ofrece ninguna evidencia convincente al respecto”. En términos generales, los expertos coinciden en que las formaciones en el ALH-84001 son demasiado pequeñas como para representar alguna forma de vida. “Hasta la más elemental de las maquinarias moleculares de la naturaleza viviente mide unos 200 nanómetros”, indican investigadores en el artículo de Science. Aunque todavía no se le da “carpetazo” a este asunto y David McKay, descubridor de la “vida” marciana en 1996, insiste en que serán necesarios 10 años más para establecer con toda claridad si el ALH-84001 presenta o no evidencias de organismos biológicos primigenios, la prueba decisiva quizá se obtenga en el año 2008, cuando la NASA traiga a la Tierra muestras marcianas recogidas sobre la superficie del planeta rojo por una sonda robot que será lanzada en el 2005.

Magnetar, extraño integrante del Cosmos

El 27 de agosto de 1998, una auténtica “tormenta” de radiación gamma y rayos-X sacudió la alta atmósfera de la Tierra, alterando señales de radio y satélites artificiales de órbita elevada durante cinco minutos. Hoy se sabe, gracias al trabajo de Umran Inan, de la Universidad de Stanford, y de Kevin Hurley, de la Universidad de California, que el fenómeno blofue causado por una rara estrella de neutrones que los astrónomos llaman magnetar, la cual, como su nombre lo indica, genera un intenso campo magnético. Los investigadores calculan que para causar las perturbaciones registradas en agosto pasado, magnetar debió generar tanta actividad como lo hace nuestro Sol o, lo que es lo mismo, una cantidad de energía tal que alcanzaría para proveer de combustible a la humanidad durante un millón de millones de años.

La historia de Bambi

Su padre es un toro Cebú, nativo de tierras tropicales y con una gran fortaleza física; su madre, una vaca Holstein, cuya mayor cualidad es producir mucha leche. Se llama Bambi y es la primera becerra “de probeta” nacida en México, gracias al trabajo de un equipo encabezado por el doctor Salvador Romo García, de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVZ) de la UNAM.

Para traer al mundo a Bambi, los investigadores universitarios aplicaron la técnica de la fertilización in vitro. Lo primero que hicieron fue obtener material genético de los ovarios de varias vacas y aislar los óvulos para fecundarlos en laboratorio con espermatozoides de un toro Cebú seleccionado por sus características genéticas.

Tras la fecundación, que tomó un día, colocaron los óvulos en una incubadora durante seis días en condiciones similares a las del vientre materno, donde se llevó a cabo la transición a la fase embrionaria. Al séptimo día eligieron al mejor embrión para introducirlo en una vaca (madre receptora), también seleccionada por su buena salud física y reproductiva.

Luego de poco más de nueve meses, en junio de 1997, llegó al mundo Bambi quien, una vez alcanzada la madurez, presumiría los me jores atributos de sus padres: fortaleza física y adaptabilidad a las condiciones de humedad, calor y parásitos tropicales, así como una producción lechera superior a la habitual en las zonas calurosas de México, donde suele ser escasa.

Pero el trabajo de investigación del equipo de la FMVZ no ha terminado. Continúa, en colaboración con un grupo encabezado por el doctor Rogelio Alonso, de la Facultad de Medicina. El objetivo: determinar —mediante una técnica de biología molecular que se aplica en seres humanos— el sexo de los embriones vacunos, lo cual no es posible con las técnicas de inseminación y monta. Esto, con el fin de implantar en las madres receptoras sólo embriones del sexo femenino que se transformarán en hermosas vacas lecheras como Bambi.

Amarillísimo

Cuando vemos una flor de cempasúchil, inmediatamente pensamos en el Día de Muertos; sin embargo, constituye mucho más que parte de la ofrenda del 2 de noviembre. Se trata de una planta de la cual se obtiene un pigmento amarillo que se utiliza en la avicultura y en la fabricación de alimentos como pastas para sopa.

Por tradición, en México se han usado directamente los pétalos de esta flor para alimentar las aves de corral, o para dar a la carne y a los huevos una adecuada coloración. En las últimas décadas se generaron agroindustrias para la extracción de los colorantes, pero estos procesos presentan inconvenientes como bajo rendimiento, pérdida del colorante por oxidación y empleo de agentes químicos contaminantes. Esto, aunado a la creciente exigencia de sustituir pigmentos sintéticos por naturales en otros productos alimenticios, ha obligado a procurar una mayor eficiencia en el uso de la “flor de muertos” como fuente colorante.

Tal situación llevó a los doctores Agustín López Munguía, del Instituto de Biotecn ología, y Eduardo Barzana, de la Facultad de Química, ambos de la UNAM, a desarrollar un nuevo procedimiento para la extracción de pigmentos a partir de productos vegetales. Gracias al nuevo método ya no es preciso el almacenamiento, fermentación y ensilado de la flor, lo cual elimina problemas de contaminación. Además, la obtención de colorante es más eficiente, lo cual significa una reducción de los costos de producción y consumo de energía. El nuevo desarrollo no se ha quedado en los laboratorios de la Universidad Nacional, sino que se ha transferido a la empresa Bioquimex, que planea aplicarlo en sus procesos industriales.

Caballos contra alacranes

Empieza con una comezón viva y prolongada, dolor, sensación de “cabellos” en la garganta, inquietud creciente, taquicardia e hipertensión. Si la intoxicación es severa, puede sobrevenir falla respiratoria, edema pulmonar, insuficiencia cardíaca, convulsiones, coma, fallas orgánicas múltiples, shock y hasta la muerte. Tales son los síntomas que simultánea o sucesivamente puede presentar quien ha sido picado por un alacrán, del cual existen en México 134 especies, no todas venenosas pero varias sumamente peligrosas.

Ocho de esas especies constituyen un grave riesgo para el ser humano; son las responsables de la mayoría de las intoxicaciones por picadura de alacrán en el país y habitan en la mitad de los estados de la República, sobre todo en la región oeste. Se calcula que anualmente se presentan 250 mil casos a consulta médica y entre 700 y 800 muertes. El grado y tipo de intoxicación varía considerablemente de acuerdo con factores no plenamente descritos ni explicados, a excepción de la edad, pues se sabe que es en menores de dos años en quienes más frecuentemente ocurren las intoxicaciones más graves y la muerte. La forma establecida y más efectiva para tratar la picadura de alacrán en México es la administración de un suero antiveneno (anticuerpos de caballo), que reduce los efectos tóxicos más agudos y, aplicado a tiempo, salva a la mayoría de los intoxicados.

Actualmente, en el Instituto de Investigaciones Biomédicas, en colaboración con el Instituto de Biotecnología, ambos de la UNAM, y el Hospital General No. 1 del IMSS, en Cuernavaca, Morelos, se estudia la respuesta inmune natural al veneno del alacrán y al suero equino antiveneno. Esto con el fin de identificar los factores biológicos del ser humano que determinan la fisiopatología de la intoxicación. Además, se intenta establecer un modelo en ratones, con el cual sea posible simular y estudiar más a fondo los eventos fisiológicos e inmunológicos de la intoxicación por veneno de alacrán y su tratamiento.

Arte, ciencia y verdad

En cierto sentido la ciencia y el arte son una misma cosa, pero en otro son actividades completamente distintas: ambas buscan la verdad pero difieren en su enfoque. Aquí la verdad no es cuestión de fe o de creencia religiosa sino de lo real, de lo que es, lo que hay en el Universo y de la condición de la humanidad.

Los artistas y los científicos son iguales en que miran las mismas cosas y, en la búsqueda del conocimiento del Universo, buscan un entendimiento de esas cosas, pero el conocimiento buscado por uno no es aquel que busca el otro, y el significado que un artista encuentra en algo que ha percibido es distinto al que encuentra un científico que mire eso mismo. En tanto un científico observa, mide y generaliza de manera descriptiva, buscando predecir, un artista da cuenta de percepciones, no fotográfica sino selectivamente, y combina

impresiones para lograr un cierto efecto, para incitar una respuesta o una especulación acerca de lo que fue o lo que será. Un científico busca agregar ladrillos indestructibles al edificio del conocimiento en el cual la humanidad encontrará poder sobre la existencia.

Es común creer y argüir que la diferencia entre ciencia y arte es que en tanto la ciencia se ocupa de la realidad, el arte es mera ficción. En ese sentido existe una calumnia, igualmente errónea, en contra de la ciencia, según la cual ésta es desalmada y fría mientras que el arte se ocupa de la belleza, incluso del alma. No obstante, las ecuaciones matemáticas tienen su propia belleza y las obras de arte, como los cuadros de Goya, pueden horrorizar en su realidad.

Las palabras en la escritura, los trucos de métrica, rima y aliteración en la poesía, la selectividad en la pintura, la captura del ritmo y la expresión de sentimientos en la música , todas éstas, y aun los sueños, son realidades de este mundo. Un artista nos habla de ellas, nos las recuerda e incita respuestas que amplían nuestra capacidad de seguir sus pasos.

Los aparatos y los procedimientos de la ciencia toman otro camino para ampliar las capacidades de la humanidad y su habilidad para conformar su hábitat. Pero mientras un artista busca tocar nuestras emociones, un científico procede de manera intelectual, buscando una explicación desde donde debería surgir la habilidad para predecir y un poder de control.

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