Retos 199
Un secreto de familia o los acomodos de Marisa
Antonio Ortiz
Ilustración: Carlos Durand
De comisionista
A sus 26 años Marisa se había hecho ya vendedora de un sinfín de productos a domicilio: jabones ecológicos y naturales para el cuerpo, aspiradoras, enciclopedias virtuales, arbolitos bonsái, artefactos para arreglar todo lo del hogar, perfumes, joyas de fantasía, todo tipo de mascotas y hasta maquinaria pesada. Pero siempre se terminaba enojando con las compañías para las que trabajaba a comisión, ya sea porque le daban un porcentaje muchísimo menor al que le habían prometido por cada venta o porque de plano no le pagaban nada de nada y más bien terminaba ella subsidiando a las grandes compañías.
Una tarde, después de renunciar a un empleo de vendedora de chamarras invernales en pleno mayo, Marisa entró a la casa de su abuelita de tan mal humor y quejándose de la vida de tal manera que a su abuela no le quedó más remedio que contarle el secreto de la familia: “Marisita, no te desesperes. Yo sé qué puedes vender y ya verás que podrás cumplir todos tus sueños. Mira, tu bisabuela era yerbera allá en nuestro pueblo y ella vendía un manojito al que llamaba visionario. Con él la gente se hacía un té que aumenta la inteligencia y la comprensión de las cosas. Tan es así, que cuando se lo tomó tu abuelito, que en paz descanse, se fue a uno de esos concursos en los que te dan dinero. Después de contestar decenas y decenas de preguntas, y viendo el presentador que tu abuelito era un as en todas las materias, optó por ver si bajo los influjos del té también era bueno para eso de la geometría y entonces lo puso a resolver cómo se podrían acomodar varios frijolitos en un tablero como éste que te voy a dibujar aquí, donde en cada fila o columna únicamente hay 2 frijolitos —ocupando 1 solo cuadrado un frijolito— y donde también se pueden contar 2 frijoles en cada una de las 2 diagonales principales.
“Y ¿qué crees? tu abuelo agarró unos cuantos frijolitos y los comenzó a poner de 1 en 1 en ciertas casillas. Nadie lo podía creer, pero sí, si contabas los frijolitos que había en cada columna o en cada fila o en cada una de las 2 diagonales principales, el resultado era siempre 2 frijolitos. Se ganó todo el dinero, que eran como 10 000 pesos de aquellos años, y se compró un terrenote para que tu bisabuela sembrara sus yerbas. Bueno ahora, así sin té, acomoda tú los frijolitos, 1 en cada casilla —puede haber casillas vacías— de tal manera que el total de frijoles en cualquier fila o columna sea de 2 e igual suceda en cualquiera de las 2 diagonales mayores.”
¿Cómo podría acomodar los frijoles Marisa?
…a visionaria
Ni tarda ni perezosa Marisa le pidió a su abuelita que le diera té visionario. Obviamente la abuela lo preparó y las dos se acomodaron en la sala para tomarlo. La abuelita se puso a leer un libro sobre el origen del tiempo de Stephen Hawking mientras Marisa hojeaba uno de esos libros que venden en el metro y que traen decenas de sudokus, problemas y acertijos matemáticos. Los comenzó a resolver todos a la primera, incluso el que venía indicado como el más difícil y que consistía en acomodar los números del 1 al 36 de manera que el número siguiente o anterior a un número dado se encontrara inmediatamente en uno de los cuadraditos de la misma columna o fila del cuadradito que ocupara, tomando en cuenta que algunos números ya estaban acomodados.
¿De qué manera acomodó los números Marisa?
…a empresaria
Cuando Marisa se tomó un segundo té visionario su conocimiento de las cosas se expandió de tal manera que cuando su abuelita le preguntó que en cuánto calculaba vender cada bolsita de té, Marisa le respondió: “Muy baratas no las voy a vender, pero tampoco muy caras; creo que va a estar bien venderlas de modo que si al precio de 2 bolsitas le agregamos el de 1 bolsita y a éste lo que costaría media bolsita más 1 peso, serían apenas 100 pesos”.
¿Cuál iba a ser el precio de cada bolsita de té?
Soluciones al número anterior
Destino
Son 3 075 000 cajas en total que costarían $768 750 pesos; a Samuel le faltarían $765 250 pesos.
Estrella
Las 9 de la mañana.
Fortuna
Cada plato de sopa costaba $180 pesos, por lo tanto le ganaban $90 pesos a cada plato.